Casarse: ¿una cuestión de edad o madurez?

Determinar qué lleva a dos seres humanos a unir sus vidas y a plantear las causas de una separación es lo que importa

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elsalvador.com

Por Por Erika Otero Romero, Deseret News

2015-09-25 8:30:00

De un tiempo acá se habla mucho sobre la edad óptima para contraer matrimonio. Esto es por causa de que el sociólogo estadounidense Nicholas H. Wolfinger, investigador de la Universidad de Utah, realizó un análisis acerca de la edad ideal para casarse. Los resultados de su estudio establecen que esa edad idónea se encuentra entre los veinticinco y los treinta y dos años, ya que, según los datos revisados, el divorcio en parejas de estas edades es mucho menos probable que en otros rangos de edad.

La comparación de datos lo llevó a concluir que los matrimonios que se iniciaban en la adolescencia o después de las edades promedio “descubiertas” por él, tenían muchas posibilidades de fracasar. La mayor parte de las personas encajan allí, pero hay excepciones. Y también allí están los datos, pero no las causas. Algunos aspectos de la biología son medibles, pero al ser humano lo mueven emociones, sentimientos, motivaciones, estímulos y otros aspectos que lo llevan a elegir un camino entro otros; cosas no medibles, pues.

El análisis de Wolfinger es válido; sin embargo, determinar qué lleva a dos seres humanos a unir sus vidas en matrimonio y a plantear las causas que los llevan a divorciarse, es lo que debería importar.

¿Qué prima en la estabilidad matrimonial, la edad o la madurez emocional? Ambos aspectos son relevantes. Con cada edad llegan los factores que permiten que un ser humano crezca, se fortalezca y madure. Si en una pareja joven cada uno tiene la fortaleza, el empeño y el amor necesarios hacia su cónyuge, esa relación tenderá a ser tan próspera y duradera como la unión de un matrimonio entre los 25 y los 32.

¿Qué factores priman en un matrimonio estable? Podría decirse que es una compilación de amor, fidelidad, honestidad, respeto, trabajo unificado, comprensión y entendimiento íntimo. Pero muchos matrimonios les deben su felicidad y permanencia a la amabilidad y la generosidad.

¿Por qué amabilidad? Las parejas esperan apoyo y respuestas positivas. Por afecto se cede un poco de comprensión.

¿Por qué generosidad? Consiste en estar dispuesto a compartir tiempo, detalles, afecto; es decir, despojarse del egoísmo y saber que ya no se es uno, sino que son dos personas con un mismo fin en común, un matrimonio.

Entonces, el matrimonio y su duración no son algo dictado por la edad en la que te casaste. Dependen de la madurez emocional, la generosidad y la amabilidad de los cónyuges.