Morozzo: “Romero era un hombre de Iglesia, no político”

El biógrafo de Monseñor ??scar Arnulfo Romero explicó el proceso y los obstáculos que hubo en el camino hacia la beatificación del mártir salvadoreño

descripción de la imagen
Roberto Morozzo della Rocca firma algunos de los ejemplares "??scar Romero. La biografía". El libro lo venden en la librería de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" a $10. Foto EDH / Marlon Hernández

Por ??velyn Chacón servicos@elsalvador.com

2015-05-22 8:00:00

Una de las frases más populares atribuidas a Monseñor Óscar Arnulfo Romero, “si me matan, resucitaré en mi pueblo”, no habría sido dicha por el Obispo Mártir de acuerdo con la investigación de Roberto Morozzo della Rocca, quien ha escrito la biografía del Arzobispo. El libro titulado “Óscar Romero. La biografía” fue presentado ayer por las autoridades eclesiásticas y del Gobierno, en el marco de la beatificación del obispo salvadoreño.

Morozzo explicó que la frase fue escrita por un periodista guatemalteco y publicada en un medio de comunicación de México; de ahí que se haya hecho muy popular.

El investigador explicó que, con base en su investigación, tiene la certeza de que la frase no fue pronunciada por quien esta mañana será proclamado beato.

El biógrafo se basa en que el periodista que hace la cita la publicó después de la muerte de Romero; además el periodista dijo que entrevistó al Arzobispo por teléfono, durante la noche. Pero esa llamada no está registrada en el diario de Romero, quien anotaba todas las llamadas que recibía, explicó Morozzo.

“La llamada tiene referencias erradas de lo que hacía Romero en esos días”, comentó.

Añadió que “Romero escribió en sus ejercicios espirituales cosas opuestas de lo que el periodista presentó como la voz de Romero”.

Otro detalle que pone en tela de juicio la veracidad de la popular frase es que el periodista guatemalteco no era de los corresponsales que enviaban a El Salvador “y no conocía a Romero, esto hace pensar que la intimidad de la llamada no era muy creíble”.

Además, el mismo periodista escribió sobre sí mismo, cuando era amenazado de muerte en su país, cosas similares a las que atribuyó a Romero, explicó Morozzo della Rocca.

“Romero amaba a su pueblo y quería una justicia social que era el bien de su pueblo, una justicia que también era buena para los ricos que vivían amenazados por una subversión social, una sociedad más equilibrada más justa, era una cosa buena para todos, esto era el pensamiento de Romero”, expuso el biógrafo italiano.

El trabajo de Morozzo della Roca sumado al del postulante de la causa de beatificación, Monseñor Vicenzo Paglia, ha abonado y abierto el camino para el acto que se celebra esta mañana. “Yo pienso que el trabajo mío y el del postulador de la causa, Paglia, era de buscar una dimensión histórica de Romero”.

Luego añadió: “inmediatamente después de la muerte de Romero, monseñor (Arturo) Rivera y Damas decía, en los años 80, que la memoria de Romero estaba distorsionada para capitalizar su figura en dos direcciones. Una de la lucha política y la otra de acusarlo de subversión política. La derecha y la izquierda, los dos habían empezado a ver a Romero como una persona de fracción de partido. Positiva o negativamente. Los dos habían creado una especie de Romero abstracto, no había una relación fiel a su historia personal. En mi libro espero demostrar esta dimensión histórica”, manifestó.

Rivera y Damas fue arzobispo de San Salvador y sucesor inmediato de Romero.

El biógrafo italiano narró sobre las dificultades que enfrentaron para encontrar al verdadero Romero.

“Cuando en el Vaticano se ha hecho el debate sobre quién era verdaderamente Óscar Romero se ha visto la necesidad de profundizar en la dimensión histórica, lo cual ha necesitado muchos años porque debíamos leer y reflexionar sobre decenas de miles de documentos, del archivo episcopal de aquí, del Vaticano, de documentos diplomáticos, los escritos de monseñor Romero”.

Pero además de leer miles de documentos, Morozzo de la Rocca hizo otro hallazgo: “Dos oposiciones a la beatificación. La oposición de obispos latinoamericanos de derecha, convencidos de que Romero era subversivo y la consecuencia de la exaltación de Romero como figura revolucionaria, junto al che Guevara o Salvador Allende. Pero esa cercanía no era fiel a la realidad porque Romero era hombre de Iglesia, no político”.

Esa distorsión sobre la vida y el pensamiento del obispo salvadoreño creó problemas en el Vaticano.

“El Vaticano quería comprender bien quién era Romero. Cuando el Papa Juan Pablo II viene a El Salvador en el año 83 va a la tumba y dice: ‘¡Romero es nuestro!’. (En sus palabras) había el significado de ver que Romero es un hombre de la Iglesia y no de la política”, expresó el biógrafo.

El investigador añadió: ” Todos los hombres de fe pueden hacer política, la política no es un pecado para los cristianos. La política es posible por los cristianos. Pero en el caso de Romero era un hombre de fe y después una figura pública. Él (San Juan Pablo II) no quería negar que Romero había tenido una tarea política muy importante, la primera tarea de El Salvador en algunos momentos, pero todo esto había sido posible porque Romero era un hombre de fe profunda y fiel al Concilio Vaticano II y las conferencias de los obispos latinoamericanos de Medellín y Puebla”, expuso.