¿Por qué la Sala?

descripción de la imagen

Pelé se encuentra en etapa de recuperación en Sao Paulo. Foto EDH

Por Por Manuel Hinds*

2015-05-07 5:00:00

El FMLN y el gobierno se han lanzado en una campaña en contra de la Sala de lo Constitucional, arguyendo que cuatro de sus miembros se han constituido en dictadores o tiranos que no dejan que la voluntad del pueblo se cumpla. La cólera del FMLN es porque la Sala es un obstáculo para sus ambiciones de poder total. Pero hay otra gente que se pregunta: ¿Y por qué la Sala debe de interpretar siempre la Constitución? ¿Y por qué no puede también la Asamblea?

La respuesta es muy simple: porque la misma Constitución dice que la Sala de lo Constitucional es el tribunal supremo en todos los temas de interpretación constitucional. Pero más allá de que lo dice la Constitución misma, el que lo haga la Sala es lo más racional.

El primer paso para entender por qué esto es racional es darse cuenta de que por muchas razones hay necesidad de tener un intérprete de la Constitución. Una de estas razones es que la realidad es sumamente compleja y crea situaciones en las que ciertos derechos definidos en la Constitución chocan con otros derechos también definidos en la Constitución misma, como dicen algunos, situaciones en las que la fuerza irresistible se encuentra con el objeto inamovible. En esos casos, es imprescindible que una Corte defina qué derechos deben predominar sobre los otros, y en qué forma, de acuerdo a la lógica de la misma Constitución. Otra razón es porque hay gobiernos abusivos que quieren gobernar sin atención a la ley.

Es obvio, por supuesto, que el intérprete de la Constitución tiene que ser único y que su decisiones tienen que ser obedecidas por todos. Un país en el que hubiera varios intérpretes de la Constitución caería en un caos terrible, con lo que el Estado se desharía.

Una vez definido que necesitamos un intérprete de la Constitución y que ese intérprete debe ser único, el siguiente paso es determinar quién debe ser. En nuestro sistema democrático con tres poderes hay tres posibilidades. Una es que, como quieren los del FMLN si tienen control de ella, fuera la Asamblea. Esto, sin embargo, sería absurdo porque desharía el concepto de la Constitución como una ley fundamental que sólo puede ser modificada con mayorías calificadas de dos Asambleas sucesivas. Si la Asamblea fuera la intérprete de la Constitución, diría que todas las leyes que emite son constitucionales, con lo que podría emitir leyes que contradijeran totalmente la verdadera Constitución. Sería una burla del concepto de una república constitucional.

Una segunda posibilidad sería que el presidente de la república fuera el que determinara si las leyes son constitucionales. La Constitución le da un poder intermedio en este sentido porque el presidente puede vetar leyes por considerarlas inconstitucionales. Pero la Asamblea puede remontar su veto con las dos terceras partes de los votos. Darle el poder total de definir lo que es constitucional por encima de cualquier votación de la Asamblea –cosa que la Sala puede hacer–sería convertir al presidente en un autócrata como los reyes del pasado.

Entonces queda solo una posibilidad: que la capacidad de juzgar sobre la constitucionalidad de las leyes esté, como está ahora, en la rama judicial.

El FMLN, que siempre ha detestado a esta Sala porque es independiente, plantea como si fuera obvio que la Sala debería de actuar con atención a la realidad política, que en este caso significa que debería negociar con el FMLN y el gobierno para dejar que hagan lo que quieran. Esta es una idea que va con la tendencia de mucha gente a creer que todo debe ser negociable.

La realidad no es así. La justicia no debe ser negociable y lo correcto es que exista sólo un intérprete de la Constitución y que ese intérprete debe ser la Sala de lo Constitucional.

Por supuesto, la Asamblea eventualmente elige a los magistrados de la Sala, aunque necesita para ello dos terceras partes de los votos. Esta elección, que se dará en menos de cinco años, es tan importante que toda la sociedad debería de estar preparándose para ella.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.