Urge consenso para definir rumbo

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Rudolph Guiliani, experto en seguridad durante su ponencia en el Encuentro Nacional de la Empresa Privada (ENADE)

Por Por Ricardo Esmahan*

2015-05-04 6:00:00

Al observar lo que está sucediendo en la política del país, como por ejemplo maratónicas sesiones en la Asamblea Legislativa para aprobar créditos por 1,281.8 millones con el fin de burlar las nuevas correlaciones políticas, cambiar el subsidio al transporte público, amenazas a la Sala de lo Constitucional, la existencia de evidencias irrefutables de falta de procesamiento de miles votos válidos solo en el departamento de San Salvador, etc., etc., etc… pareciera que lo más importante para los lideres políticos es ir uno contra el otro arrastrando a sus ejércitos detrás de ellos para destruir y hacer quedar mal al adversario.

Pero la mayoría de la población simplemente lo que busca es disfrutar de un poco de paz y tranquilidad, especialmente bajo su realidad como es la delincuencia que le amenaza. Lastimosamente lo que se percibe en la población es frustración e ira, y como resultado general, resignación. Existe una sensación de que hay muy poco que alguien pueda hacer para cambiar realmente las cosas.

A pesar de que los nombres y personalidades e incluso gobiernos cambien, no existe una suposición subyacente tras cada conversación que simplemente diga: “Esta es la manera salvadoreña”, especialmente cuando se trata de hacer negocios. Pero afortunadamente los salvadoreños han mostrado una aptitud maravillosa para hacer las cosas, muy a pesar de los gobiernos de turno.

Ahora bien, los desafíos que tenemos son enormes y hasta ahora el sistema aparentemente no ha sido diseñado adecuadamente para lidiar con ellos. Con una relación deuda-PIB de más del 60 %, los costos de interés, el alto desempleo, un bajo crecimiento económico y aumento de la deuda sin una ley de Responsabilidad Fiscal. Los problemas de El Salvador son demasiado reales.

Es de todos conocido que la única manera que podamos salir de la situación actual es hacer crecer nuestra economía. Este resultado es posible sólo con una importante inversión extranjera directa, el crecimiento sustancial de las exportaciones y una caída en la tasa de desempleo. Tenemos que dar rienda suelta a la industria salvadoreña y los negocios.

La coyuntura actual desalienta la inversión extranjera directa y ahuyenta a empresas, tanto nacionales como extranjeras. Existe reconocimiento de que las cosas tienen que cambiar, ya que de no hacerlo no va a haber ningún progreso en la economía. Esto es algo aceptado en todo el espectro de opiniones políticas.

Cualquier evaluación realista de la situación lleva a la conclusión de que el país tiene su espalda contra la pared y que necesitamos de grandes consensos para ir en rumbo correcto, con el fin de salir de la situación actual.

En la presente coyuntura no parece haber optimismo de que las cosas pueden cambiar debido a las realidades económicas y políticas, hasta que no veamos una buena voluntad para tratar de cambiar las cosas que se puedan. Tenemos que crear un entorno que fomente el crecimiento económico y todo lo que se necesite para encontrar la forma de hacerlo, simplemente tenemos que ponernos de acuerdo. De no lograrlo resultará desastroso.

Un país se considera que tiene un superávit cuando puede cubrir todos sus gastos reales, que no sean el costo de pagar los intereses de su deuda. Con las deudas en nuestros hombros no podemos dejar de pagar nuestros préstamos e intereses lo que nos dificulta cumplir con otros gastos importantes como los servicios básicos, infraestructura, seguridad, salud, educación de primer nivel, etc.

Eso significa que hoy El Salvador tiene que pedir prestado cada año para cubrir gasto corriente y otros. Pero con el fin de seguir haciéndolo, el país debe lograr un crecimiento significativo en los próximos años.

* Colaborador de El Diario de Hoy.

resmahan@hotmail.com