Traición a la Patria

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elsalvador.com

Por Por José Miguel Arévalo Rengifo*

2015-05-01 6:00:00

Escribo estas líneas con la indignación hirviendo en la sangre, al saber que la delincuencia en nuestro país ha alcanzado niveles inaguantables, insufribles, inaceptables, y así puedo acabarme el diccionario de sinónimos, para intentar describir con palabras lo que no puede comprender la mente. ¿Cómo es posible que ahora también seamos víctimas de armas y artefactos de guerra que han sido adquiridos con nuestros impuestos, para la “defensa de la nación”? Me indigna que haya algunos militares que traicionan a la Patria y que venden armas y granadas de uso privativo de la Fuerza Armada a los delincuentes, para que estos las usen para matarnos a nosotros, a la población indefensa de El Salvador. Estos cobardes que han jurado defendernos, ponen un precio a nuestras vidas y luego se van a dormir tranquilos. ¿Qué pensarán cuando ven las noticias y saben que con la granada que vendieron, explotaron una clínica pediátrica en Cojutepeque, matando al instante a una madre junto a su bebé, mientras esperaban pasar consulta? Todo porque el dueño de la clínica se había resistido a seguir siendo extorsionado. Lo mismo ocurrió hace unos años en una pupusería de los Planes de Renderos, en la terminal de buses en el centro capitalino, y más recientemente, en siete atentados contra puestos de la PNC.

¡No es posible, salvadoreños, no es posible! No podemos enterarnos de estos atentados terroristas y no reaccionar, que no nos hierva la sangre hasta sacarnos lágrimas de impotencia y solidaridad. ¿Acaso necesitamos que sea en otro país el atentado terrorista para que recordemos la fecha y demandemos justicia? ¿Necesitamos que exploten un hospital privado, donde los funcionarios de Gobierno y los ministros de Salud pasan consulta, para que alguien haga algo?

¿Y el sistema de justicia? El sistema de justicia pone aún más a prueba nuestros niveles de indignación en la sangre, y nos hace saber que los asesinos de esos niños y madres de la clínica de Cojutepeque fueron dejados en libertad porque las víctimas y los testigos, a pesar de que pudieron identificarlos, no supieron dar el nombre completo de los atacantes ante el juez. Repito, no supieron decir cuál era el nombre completo de esos cobardes, hijos del diablo, ante el juez. Este es el mensaje que nos envía el sistema judicial: que ahora debemos preguntar el nombre completo de cuanto sospechoso veamos en la calle, por si a la vuelta de la esquina nos dispara o nos lanza una granada. De lo contrario, nuestro testimonio en juicio vale un pepino. Esta es la pronta y cumplida justicia en El Salvador. No importa que mueran niños indefensos, que son el futuro de nuestra Patria.

¿Y el ministro de la Defensa Nacional? Él sí dio una buena regañada, pero al medio de información que recopiló estas noticias, por considerarlo “inoportuno”, e informó que según sus informes de inteligencia, las granadas que fueron extraídas de la Fuerza Armada realmente “salieron vía Guatemala a alimentar las necesidades de armamento de los cárteles de México”. Tremenda tranquilidad la que nos pretende dar el ministro. Nuestras armas no solo “alimentan” a los mareros de El Salvador, sino a los grandes cárteles de la droga de México, que matan a los salvadoreños y centroamericanos que emigran en busca de un mejor futuro en Estados Unidos. Al leer todas estas líneas, no hay duda de que en este país sobran muchos vende Patria y faltan leyes por aplicar. Con razón hemos tenido que recurrir a los animales, como “Oso”, el perro héroe de Santa María Ostuma, para defendernos de las granadas.

*Abogado.

@Arevalo_Rengifo.