Migración: Miles huyen de Guerras, pobreza y persecución

Los viajes por mar suben ante el cierre de fronteras terrestres en varios países de Europa

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elsalvador.com

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2015-04-23 8:00:00

ITALIA. Huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la opresión para toparse con naufragios y la muerte. Éstos son algunos de los motivos que están detrás de la inmigración hacia Europa.

Los conflictos civiles en Siria, Libia, Sudán del Sur y República Centroafricana; la violencia yihadista en Iraq, Afganistán, Nigeria y Siria; la falta de un Estado en Somalia y Yemen, y los abusos y la represión en países subsaharianos y asiáticos son algunos de los casos que han forzado la huida de miles de personas, dijo Itayi Viriri, portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Según datos recogidos por las autoridades migratorias, la mayoría de inmigrantes que intentan llegar a Europa a través de Italia provienen de países de África Subsahariana, países árabes y unos pocos de Asia. En el último naufragio, de acuerdo con los primeros datos, vendrían de Eritrea, Yemen, Siria, Somalia, Etiopía y Egipto, los países de donde más sale gente cada año.

La travesía puede durar hasta seis meses, todo depende de la distancia del país de origen de las costas del norte de África. Un viajero de Eritrea, en el cuerno de África, tiene que pasar por el desierto durante días hasta llegar a Sudán, de allí parten a Libia y de ahí llegan a Lampedusa. Pero antes deben permanecer encerrados en sitios elegidos por las bandas de traficantes.

La idea original de los africanos es llegar a Italia, pero muchos no se quedan y solo intentan llegar a otros países, como Holanda o España.

Grupos de contrabandistas ofrecen a los inmigrantes viejas embarcaciones y barcos de pesca no aptos para navegar, a menudo sin combustible suficiente para llegar a Europa, y en los que viajan hacinados y con un permanente peligro de naufragio. Es el negocio de la inmigración ilegal que mueve $34,000 millones en el mundo, según la OIM.

“La avalancha de inmigrantes que están llegando ahora es bíblica”, destacó Roberto Zaccaria, presidente del Consejo Italiano para los Refugiados (CIR).

La oleada de inmigrantes que viaja por mar no se ha frenado pese al naufragio del domingo pasado en el Canal de Sicilia, en el que habrían muerto entre 700 y 900 personas en la peor tragedia en el Mediterráneo desde la Segunda Guerra Mundial.

Desde entonces, hasta ayer las barcazas con inmigrantes seguían llegando.

Los supervivientes del último naufragio, según la Fiscalía, declararon que todos los que se encontraban en la cubierta inferior y en la bodega fueron encerrados con llave, por lo que no pudieron salir cuando la embarcación se hundió.

El incremento de las pateras también obedece a que varios países europeos, como Grecia —que ha construido un valla para frenar la llegada de inmigrantes— o Bulgaria —tiene planes de levantar una—, han sellado sus fronteras terrestres.

Según los autores del documento Vidas a la deriva, “la excesiva preocupación por el control migratorio por parte de los Estados europeos ha reducido la capacidad de los servicios de rescate marítimos en el Mediterráneo”.

Explican que el cierre de las fronteras ha acaparado la mayoría de los fondos de la Unión en materia migratoria, en detrimento de otras medidas para la atención humanitaria de los inmigrantes. El aumento de personas refugiadas y migrantes dispuestas a correr el riesgo de realizar largos viajes en embarcaciones destartaladas y en condiciones de hacinamiento no es solo consecuencia del aumento de la inestabilidad en Oriente Medio y el Norte de África, o del deterioro de la situación en Libia. “También es consecuencia –indica el informe–, del progresivo cierre de las fronteras terrestres de Europa y de la inexistencia de vías seguras y legales de entrada en la UE para estas personas. Mientras los países de la UE sigan empujando a quienes huyen del conflicto o la pobreza a realizar peligrosos trayectos marítimos, deberán estar dispuestos, colectivamente, a cumplir su obligación de salvar vidas”. —AGENCIAS.