Todo lo que le ha pedido a Jesús Nazareno, se lo ha concedido. Por ello, desde hace 12 años, María Martínez, de 75 años, no deja de cumplir sus penitencias en el vía crucis y en el resto de procesiones de Semana Santa.
Los favores recibidos van desde darle el último sorbo de agua a su madre agonizante por un cáncer, hasta sanaciones en su persona, confiesa, esta señora residente en Armenia.
Ella relató que cuando a su mamá le detectaron el cáncer en el Hospital Jorge Mazzini de Sonsonate, le pidió al Nazareno que no fuera maligno, y su sorpresa, después de varios análisis clínicos, fue que una de las enfermeras le confirmó que la enfermedad no era maligna, pero que “que le iban a poner aplicaciones de cobalto por prevención”.
Relató que tras la aplicación del tratamiento, su mamá perdió la vista y ya no pudo caminar, pero ella le siguió orando y pidiendo al Señor Jesús que le diera fuerzas para que regresara a casa y poder darle el último “traguito” de agua antes de que muriera.
Martínez recuerda que un viernes le dijo a su hermano que fuera a ver a su madre al hospital y que si veía que ya no hablaba o estaba más grave, que se la trajera “porque quiero darle el último trago de agua”.
Fue a eso de las 12:00 del día del domingo siguiente cuando su hermano le avisó que el doctor le había dicho que su mamá ya no viviría y que mejor la sacara del hospital para que no le costara retirar el cadáver.
“En ese momento fui a hincarme al cuarto de ella, y le dije a mi Señor que me la trajera con vida, y así ocurrió. Ya en la casa ella, que casi no tomaba agua, me pidió agua y se la di; entonces me dijo que sentía sueño y me pidió que la acostara… ya era el sueño de la muerte. Se bebió el agua en ese instante y se durmió y ya estaba muerta. Para mí, ese fue un milagro que me hizo mi Señor”, dijo.
En agradecimiento, comentó que “le prometí a mi Jesús Nazareno que iba a acompañar todas las precesiones de cada Semana Santa”.
El año pasado lo hice descalza en el vía crucis, pero antes de entrar a la iglesia ya no pude y le pedí perdón y le dije que me iba a poner los zapatos para terminar el recorrido y que así lo haré mientras él me mantenga con vida”, añadió.
Doña María también relató que en 2008 le pidió al Nazareno salir bien de una operación, y se lo concedió.
“Mi Jesús también me sanó de la hinchazón de mis piernas, a causa de la alta presión, y por todos esos milagros seguiré asistiendo a las procesiones hasta que Él me mantenga con vida”, finalizó.