El inagotable debate por la seguridad de los pueblos

Esta situación de aguda crisis obliga a convocar en diversas maneras y con diferentes responsabilidades, a quienes pueden contribuir con ideas o hechos a detener la avalancha de horrores

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Velan a hijo de Aniceto Porsisoca. /

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2015-04-14 5:00:00

Falta estructurar una estrategia para combatir y eventualmente erradicar la violencia en El Salvador, lo que hasta el momento no pasa de reaccionar ante lo que mueven las pandillas y el crimen organizado.

Ciertamente es necesario equipar mejor a las fuerzas policiales pero no es suficiente mientras no se realicen operaciones de control en las zonas más afectadas del territorio.

Tal objetivo obliga a mantener un incesante análisis y discusión con todas las fuerzas vivas, de lo que sucede y por qué sucede. La guerra, como lo dio a entender un estadista francés hace un siglo, es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de militares, como la calamidad que martiriza a los salvadoreños es demasiado compleja para que quede en manos de la Policía y las autoridades ministeriales de este país.

La seguridad pública y la seguridad nacional son el resultado de múltiples factores, los que se deben armonizar, adaptar a las condiciones de un país, ser objeto de análisis, discusión permanente, consulta a sectores, de involucrar a la opinión pública, de adaptarse a lo cambiante.

El entonces Director de EL DIARIO DE HOY, ingeniero Enrique Altamirano, tuvo el privilegio de compartir, en 1981, un panel de discusión con la Embajadora de los Estados Unidos ante la ONU en esa época, la doctora Jeanne Kirkpatrick, para analizar los retos y los peligros que la convulsión en Centro-América planteaba a la seguridad hemisférica.

El panel fue parte de la convención conservadora de Estados Unidos, hondamente preocupada por la infiltración soviética en América a través de Cuba.

Agregaremos que para este periódico y sus directivos es una memoria de honor haber debatido con la doctora Kirkpatrick, pues comprueba la estima recibida de parte del Gobierno de su país y de los grupos conservadores, que examinan las credenciales y el historial de quienes se sientan al lado de una funcionaria de primer rango.

En esta misma página publicamos la fotografía de dicho evento.

Ningún grupo, indistintamente de su posición, puede tomar en sus manos el manejo y las actuaciones de un problema que ha desbordado desde hace un tiempo el propio territorio salvadoreño, como las capacidades de actuar y de reaccionar de sus fuerzas de seguridad.

Y esta situación de aguda crisis obliga a convocar en diversas maneras y con diferentes responsabilidades, a quienes pueden contribuir con ideas o hechos a detener la avalancha de horrores que desde hace mucho dejó de ser un asunto nacional, para ser parte de una catástrofe que aflige desde Colombia hasta el norte de América.

Incapacidad e insensibilidad son cómplices del demonio

Lo que se vive y se sufre en nuestro suelo es acongojador, de espanto. Y también sacude la frialdad y casi indiferencia con que las autoridades tratan todas esas tragedias; es muy raro que se hagan presentes para consolar a familias y vecindarios para ayudar, en alguna medida, a las víctimas.

Y víctimas son desde el joven desaparecido cuya foto se publica, hasta el escolta presidencial “que nos daba de comer” como dijo su viuda.

Cada muerte carga con tragedias horribles, con niños que quedan desamparados, padres sin sus hijos, personas que pierden el fruto de muchos años de esfuerzo, de amigos que lloran para siempre a sus amigos… la incapacidad y la insensibilidad son cómplices de las fuerzas infernales.