Ser una persona de bien es una elección personal. No se trata de si tuviste o no tuviste padres que te guiaran en el camino, de si naciste con posibilidades económicas o no, sino más bien de tomar una decisión.
Así lo considera Gloria Elizabeth de Ramírez, una mujer que después de recorrer un largo camino lleno de obstáculos ha logrado superarse hasta ocupar en la actualidad el cargo de gerente de Recursos Humanos de El Salvador de una de las cadenas de restaurantes de comida rápida de mayor prestigio a escala mundial.
Gloria llegó a McDonalds por necesidad, sin sospechar que esa empresa se convertiría en su hogar. Cuando apenas había cumplido 15 años, murió su papá. Y tampoco tenía una figura de mamá, por lo que tuvo que criarse con una de sus abuelas. Cuenta que a partir de que comenzó a recibir la pensión que le correspondía por la muerte de su padre, le tocó a fuerza aprender a administrar.
Para cuando se graduó de bachiller, comenzó a estudiar Ingeniería en Sistemas en la Universidad El Salvador (UES), por lo que también decidió empezar a trabajar. Recuerda que para ese entonces comenzó a ver más dinero, “pero mi enfoque no fue: ver más dinero y disfrutar de eso, sino más bien mi meta era ser una profesional y lo logré”. Recibió su título en 2010.
Gloria entró a trabajar en McDonalds en el año 2003. Por los horarios en la universidad, solo laboraba los fines de semana. Inició con un cargo de colaborador y tres años después la ascendieron a gerente swing, donde solo fungió unos seis meses a cargo de un restaurante pequeño.
De Ramírez aceptó después el cargo de segunda asistente y no tuvo más opción que aceptar trabajos de horarios más completos. Y ocho meses después la ascendieron a una nueva posición: primera asistente, con el que ya tuvo un restaurante grande bajo su cargo.
Su historia es la de una mujer integral; no es solo de crecimiento profesional, sino de crecimiento personal. En ese tiempo, ya para 2004, conoció en su lugar de trabajo al que en 2007 se convirtió en su esposo, y de quien está ahorita esperando su segundo hijo.
Para Gloria, los días más difíciles fueron cuando la nombraron primera asistente, porque su primer hijo tenía seis meses, estaba terminando su tesis y estuvo a cargo de sucursales importantes como Chiltiupán y Los Próceres, sin hacer a un lado que gracias a su trabajo pudo concretarse la inauguración de la sucursal Salvador del Mundo.
Como parte de las experiencias más enriquecedoras dentro de la empresa, considera que ocurren cuando los colaboradores se le acercan a compartir sus crecimientos personales y profesionales con ella. Según recordó una anécdota, un joven se le acercó en una ocasión y le pidió que lo acompañara al parqueo: “Me dijo: ‘Quiero mostrarle mi carro’. Y uno se llena de alegría, porque, me dije: ‘Estas son las semillas que uno va sembrando'”, comentó.
Pero así como hay satisfacciones, también hay momentos difíciles cuando desempeña su rol en el trabajo. Para ella, una de las situaciones más difíciles es ver a un buen empleado irse por voluntad propia, porque considera que la cadena de restaurantes no solo ofrece beneficios adicionales a los de ley, sino “te da un valor como persona: Y creo que uno de los beneficios más importantes es que te permite estudiar; ofrecemos becas de estudio, los empleados reciben cursos dentro y fuera del país”, entre otras cosas.
En el 2011 recibió el premio de gerente del año. En el 2012, se agenció un premio más. Y para 2013, fue promovida a su cargo actual. En mente tiene estudiar una maestría en Recursos Humanos.
“Obstáculos tenemos todos. Siempre existen diferentes problemas. He visto a jóvenes chiquitos que tienen infinidad de problemas, pero creo que cada uno debemos tener claros nuestros objetivos y nuestras metas y tener su sueño de lo que quiere hacer para poder lograrlo”, apuntó.
Para ella, no crecer junto a sus papás fue fundamental; se acercó bastante a Dios y, a manera de consejo hacia los jóvenes, reflexionó: “Uno debe pensar que lo que los papás hicieron con uno, ¿por qué uno tiene que vivirlo o repetirlo? Hay que romper ese paradigma, que lo que les pasó a ellos me va a afectar en mi vida como adulto y no tiene por qué ser así.
“El destino no está escrito y más bien depende del sentido positivo con el que veamos las cosas. Es difícil en momentos oscuros ver algo bueno o bonito, pero es una decisión personal ser positivo”, concluyó.