La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como superdotada a aquella persona con un coeficiente intelectual por encima de los 130 puntos. Y muchos niños superan los 135 o 150 puntos, cuando la media es de 100.
Uno de los indicadores para determinar la superdotación es la anticipación de aprendizaje o hechos cotidianos, como empezar a andar o aprender a leer muy pronto, lo que a veces se confunde con una precocidad.
Normalmente su detección se realiza en primaria, a partir de los 5 o 6 años, y en algunas ocasiones se detecta a partir del primer o segundo año de vida.
Además de tener un alto coeficiente intelectual, estos niños tienen una gran habilidad para aprender de forma rápida, tienen un vocabulario elevado y sus intereses son diferentes a otros de esa edad, son creativos, entre otras aptitudes.
“Mi hijo desde muy pequeño mostró una precocidad con su desarrollo, a los tres meses agarraba objetos, tomaba un cepillo y coordinaba su mano para peinarse, dormía poco, en general se mantenía inquieto, a los cuatro meses empezó a jugar en la computadora, coordinaba su mano para tocar las teclas, observaba en la pantalla lo que sucedía”, resume Evelyn de Álvarez, madre de Sebastián, de 6 años con alta capacidad intelectual.
Y agrega que “a los seis meses inició a pronunciar alrededor de unas cinco palabras, pero no habló hasta los 12 meses. Hasta ese punto todo su desarrollo nos pareció normal a pesar que en ciertas cosas era más adelantado”.
Evelyn considera que tener un niño superdotado no ha sido fácil. El principal obstáculo al que se enfrentó fue vencer la educación formal de El Salvador, en la cual aún no son incluidos ni reconocidos.
Estos niños terminan en fracaso escolar, etiquetados como niños inadaptados, con problemas de conducta e incluso con déficit de atención e hiperactividad, debido a la desinformación y poca investigación.
Dora Beatriz Sol, doctora en psicología de Clínica Child, explica que sin adaptaciones curriculares, sin programas especiales y sin información sobre cómo tratar a los niños con altas capacidades, estos son etiquetados como problemáticos. En el colegio son víctimas de bullying, se ven como desobedientes, aburridos o con problemas de socialización, y no aprovechan sus capacidades.
Los profesores los confunden como niños con problemas de aprendizaje, debido a que al tener sobrecapacidad intelectual aprenden más rápido que sus compañeros y se aburren fácilmente con temas monótonos.
Sol asegura que ellos sufren el doble de bullying que los niños promedio, debido a que tienen intereses y habilidades diferentes, lo cual hace que sean rechazados y sufran una discriminación por ser distintos.
Esta población, según la Unesco, requiere de métodos psicoeducativos más intensivos que estimulen su inteligencia superior.
Mitos sobre niños con altas capacidades
Aunque las cifras de la OMS apuntan a que el 2.3 % de la población mundial posee altas capacidades, más del 30 % de estas personas tienen un bajo rendimiento escolar debido a un sistema educativo inadecuado para sus capacidades.
Además, se cree que estos niños son genios sábelotodo y que no requieren de atención, pero tanto la doctora Sol como la mamá de Sebastián sostienen que deben ser orientados para lograr el desarrollo de estas habilidades.
La doctora aclara que los niños superdotados son ante todo niños, muy creativos, comprometidos a realizar tareas de su interés, muy críticos, sensibles y requieren de un ambiente adecuado que les permita seguir desarrollando sus capacidades.
Y presentan una hiperactividad, que disminuye al presentarse una tarea demandante, desafiante o que es de interés para el niño.
En muchos casos se muestran distraídos en el aula pero al preguntarles sobre la clase son capaces de contestar correctamente, les gusta conversar e intervienen en pláticas de adultos y pueden comprenderlas.
Continuamente arman objetos y estructuras, son sensibles en el área emocional y tienen baja tolerancia a la frustración, lo que genera una búsqueda insaciable por conseguir siempre sus objetivos.
“Cuando mi hijo inició el colegio pensamos que todo marcharía bien, pues ya iba adelantado en kínder 4, al mes de iniciar el colegio empezó aburrirse, no quería ir, no socializaba con los niños de su edad, mientras él quería jugar memoria o ajedrez sus compañeros querían jugar carritos, empezó a tener dificultades para hacer actividades en equipo debido a que terminaba antes que sus compañeros”, recuerda la madre de Sebastián.
“Ha sido difícil pasar la parvularia, los maestros no conocen sobre el tema y lo etiquetan con hiperactividad y déficit de atención, al no tener información sobre qué son las altas capacidades hemos pasado situaciones difíciles”, añade.
Pruebas de inteligencia
Los padres sospechan que sus hijos presentan un desarrollo precoz y que tienen altas capacidades por medio de la observación, al principio no es fácil detectarlo y se necesita la ayuda de un profesional para determinar su coeficiente.
Evelyn recomienda a los padres consultar con un profesional si creen que sus hijos podrían presentar estas características, también es importante revisar el historial familiar para saber si hay antecedentes de familiares superdotados.
“Para concretar que Sebastián presentaba altas capacidades decidimos llevarlo a la Universidad de El Salvador, en el departamento de psicología le realizaron una evaluación a los 3 años, cuando nos notificaron que tenía un coeficiente intelectual alto, y nos explicaron en pocas palabras que su inteligencia era como un niño de entre 7 a 9 años, desde entonces todos los años los psicólogos escolares le han realizado pruebas y efectivamente presenta un coeficiente intelectual alto de 135 o más”.
A los 4 años los padres de Sebastián decidieron certificar sus resultados realizándole tests estandarizados para determinar las altas capacidades en la Clínica Child, pruebas que sirvieron para que su hijo fuera aceptado en MENSA México, Asociación Internacional de Superdotados.
Desde noviembre de 2014 Sebastián es miembro de Mensa México, quienes aceptaron sus evaluaciones certificadas por un profesional en psicología con evidencia de vídeos y su historial de su capacidad intelectual.
Pertenecer a Mensa ha sido de gran ayuda para Sebastián, a pesar de que no vive en México, con charlas, vídeos conferencias, todo de manera virtual.
“Nos sentimos identificados ya que entablamos comunicación con otros padres con igual interés: ayudar a nuestros hijos con altas capacidades”, dice Evelyn.
Cinthia Astrid Reyes Lozano, presidente nacional de Mensa México, explica que decidieron ‘adoptar’ a Sebastián, ya que los espacios de Mensa Internacional están en inglés y son para jóvenes -adultos, mientras que en México cuentan con un programa naciente y en crecimiento para pequeños y sus padres.
“A Sebastián le hemos hecho pruebas específicas, además cuenta con el apoyo virtual y remoto de psicólogos del área con quienes hemos tenido conferencias virtuales para hablar de distintos temas como el homeschooling, el bullying, el enriquecimiento extra curricular y otros. Asimismo, los padres tienen su propio espacio para compartir sus inquietudes personales y tener retroalimentación de sus pares, en este caso, otros padres con hijos en situaciones semejantes”, sostiene Reyes.
Mensa también cuenta con un programa que premia la lectura en menores, así como la sociedad de honor, que premia la colaboración de los niños de Mensa en favor de su sociedad a la vez que éstos muestran ser responsables, creativos y con interés por las ciencias.
“Si alguna otra persona de El Salvador considera que puede ser miembro de Mensa o tiene un niño que ya ha sido evaluado por un psicólogo competente, puede contactarnos a membresias@mensa.org.mx, peques@mensa.org.mx y trataremos de apoyar en su contacto con Mensa International o buscando su ‘adopción’ en Mensa México”, invita Reyes.
Mientras tanto, en El Salvador la Escuela Cristiana Oasis cuenta con el programa “Hábilmente”, que está diseñado para detectar las habilidades e inteligencia de los alumnos.
René Mejía Vides, director general de Oasis, detalla que este programa está desarrollado por Isauro Blanco, científico español que dividió la inteligencia y la estimulación, para medirlas y potenciarlas de manera independiente.
A través del programa se dan recomendaciones a los padres de familia y a los estudiantes sobre las terapias que desarrollarán para mejorar académicamente.
Mejía subraya que cualquier persona con coeficiente intelectual alto puede acercarse a la escuela para realizarse la prueba de “Hábilmente” y así descubrir que área se podría estimular.