Me refiero al Libro de los Récords, donde documentan cosas y casos únicos, por ejemplo, el récord de la paella valenciana gigante, que cocinó mi amigo Antonio Galbis en Alcalá de Enares, en España, para ciento diez mil personas, de 24 metros de diámetro. En El Salvador preparamos hace unos años, en un evento para la FAO, una paella de cinco metros, para cinco mil niños.
Revisando los récords mundiales de El Salvador en la página de Guinness Word Records, encontré el de “la pupusa más grande de 4.25 metros de diámetro, que se realizó el 25/11/12 en el parque de Antiguo Cuscatlán”.
Pero pasando a lo “medio serio y medio en broma”, creo que si organizamos un comité para proponer récords de cosas y casos que suceden aquí al jurado del famoso libro de Guinness, me imagino se podrían inscribir los siguientes récords: 1. Tenemos el bulevar Diego de Holguín, que les guste o no les guste, se renombró monseñor Óscar Arnulfo Romero, que puede ser el más caro del mundo, pues entre mano de obra, materiales, arbitrajes y “gastos extraordinarios” nos terminó costando como 10 millones de dólares por kilómetro. 2. Aquí circula la flota de buses más vieja del mundo. 3. Somos el país donde más hombres se encuentran orinando en la calle. 4. En tres pick- ups se carga aquí con materiales o personas, lo que se cargaría en siete en un país civilizado. 5. Tenemos los motoristas de microbuses más agresivos e irrespetuosos del mundo. 6. Somos el país que posiblemente más ha retrocedido en los diez parámetros internacionales de bienestar en los últimos cinco años. 7. Aquí hay más vigilantes privados que policías y soldados y donde sin estar en guerra el ejército está en las calles. 8. Existe un sistema de transporte “Sitramss” del cual no se sabe cuánto era el presupuesto, cuánto costará la construcción y cuánto costará el pasaje. 9. Somos el país donde en las carreteras se adelanta más veces por la derecha que por la izquierda y 10. El gran récord en la historia de la democracia en el mundo que hará explotar el libro de Guinness, serán los días que se tarde el Tribunal Supremo Electoral de El Salvador en dar a conocer con toda cabalidad y exactitud, valga la redundancia, los resultados finales de las elecciones del uno de marzo de 2015.
Pues si, esto será un hito en la historia de la democracia salvadoreña, del cual se reirán las futuras generaciones, pues pasados 14 días aún hay discrepancias y un sinfín de cosas turbias que aclarar.
Por el bien de nuestro país, que se aclaren todas las irregularidades, pues no se puede confiar en una Asamblea en la que, además de transfuguismo, se fuercen los resultados que los votantes decidimos. El TSE tiene que garantizarme que “mi voto” sea para quien “yo lo asigné”. Y si hay que recontar, es preferible, que quedarme con la duda que mi voto se lo asignaron a quien yo no voté.
*Ingeniero. Columnista de El Diario de Hoy.
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