Lo importante es que le busquemos el sentido a nuestra vida, que descubramos quiénes somos nosotras y cuál es nuestro objetivo en la vida. Cuando esto sucede, la imagen de la mujer refleja un brillo personal que la hace verse bella.
Una imagen está constituida por cómo nos vemos, qué hacemos, qué decimos y cómo lo decimos. Nos guste o no, esta es la forma en cómo somos percibidas por los demás. Es por eso que para que una mujer luzca bella es necesario que considere dos aspectos: la apariencia y la conducta.
La apariencia es cómo lucir adecuadamente, que una mujer conozca cuál es su estilo personal, cuáles son sus proporciones, que tenga el criterio de arreglarse de acuerdo a sus colores, hechuras, texturas, accesorios favorecedores y estilo de vida.
Y la conducta se refiere a que la mujer debe reconocerse bella, cultivarse y tener conocimientos de comportamiento social, superar la inestabilidad emocional, saber sonreír, reconocerse y aceptarse a sí misma con amor.
La armonización de ambos factores (apariencia y conducta) enviarán un mensaje congruente de quién es y cómo desea ser percibida, conformando una mujer bella en su totalidad. Su imagen será completa y en definitiva se verá en armonía y enviará un mensaje congruente. Esto es lo que constituye una imagen integral.
Muchas mujeres subestiman la imagen y consideran que esta es frívola y superficial, y no se dan cuenta que construir y desarrollar una imagen integral, buena y bella, consiste precisamente en reflejar lo que realmente es, buena y bella.
Recordaremos, entonces, a aquellas personas que estén en congruencia consigo mismas. La figura representativa deberá ser un reflejo idéntico o lo más parecido a la representación mental que de estas personas tengamos.
En otras palabras, esta imagen deberá estar en armonía con el mensaje que deseamos transmitir; deberá reflejar una conveniente proporción y correspondencia; formar un todo, un conjunto integral y armónico con las partes que lo componen. Si lo logramos, esta imagen nos podrá ayudar a transmitir mejor nuestro mensaje, nos recordarán mejor a las personas con las que interactuamos e incrementaremos nuestra posibilidad de persuadir a otros.
La primera impresión que nos causa una persona nos causa un impacto aún antes de palabra alguna. Muchas oportunidades se han perdido por haber causado una inapropiada impresión. Las probabilidades de tener éxito aumentan en la medida en que nosotras proyectemos una buena imagen, pero esta tiene que ser coherente con quienes nosotros somos y con lo que deseamos proyectar.
Existen estudios que confirman que la imagen es uno de los mayores elementos de persuasión que podemos utilizar como herramienta de apoyo. Entonces, si alguna vez te has preguntado si tu imagen realmente refleja tu belleza, busca que esta sea integral.
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