Hace un par de años, mientras viajaba en automóvil con mi familia, miramos muy de cerca un maratón. De regreso a casa nos sorprendimos de que la avenida principal de la ciudad continuara cerrada, pues ya habían pasado casi cuatro horas; al parecer, el maratón no había acabado.
Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando vimos que un corredor seguía adelante, solo; era un hombre mayor, que iba a paso muy lento pero constante y sin perder el ritmo; la gente le gritaba y él agradecía los ánimos solo con la mirada. La meta estaba a la vista, y fue tal la emoción que quienes íbamos en automóviles detuvimos la marcha y salimos de los vehículos para ver su llegada a la meta.
¡Fue un momento fantástico!: en los últimos metros el hombre apretó el paso y cruzó la meta con los brazos en alto y la ancha sonrisa de quien sabe que ha logrado su meta. La gente estaba emocionada profundamente y creo que muchos lloramos cuando toda su familia salió a su encuentro. De vuelta al coche, recuerdo que imaginé lo que ese hombre sentiría al haber cruzado la meta o qué sentirían su esposa, sus hijos, sus nietos…
Entonces, supe que yo quería experimentar esa misma emoción y así, un día tomé el valor y comencé a caminar y luego de unos meses, finalmente a correr. Desde aquel día hasta hoy ya he competido en algunas carreras, y he descubierto que estas son las cosas por las que amo correr: Cuando corres no compites contra nadie, tú eres tu único rival.
Puedes vencer a muchos, pero vencerte a ti misma, a tu flojera, a tu cansancio, a quienes no creen en ti, a tu cuerpo y a tu mente mismos, constituye un logro personal cuyo sabor no te abandonará y siempre te hará saber que todo lo que te propongas, en cualquier aspecto de tu vida, lo puedes lograr.
Sin importar tus circunstancias, tú también puedes correr Y éste, por cierto, es el único deporte donde los otros competidores te darán ánimos y te ayudarán a llegar a la meta. No importa tu técnica o tu estilo al correr, todos tus compañeros de carrera te animarán, te harán señales de apoyo a lo largo del camino, y lo mejor: sentirás placer en animar y apoyar a los que corren junto a ti, y mucho más a aquellos cuyo desafío es mucho mayor que el tuyo.