Ángeles, en los poemas a través de los siglos en Europa Occidental, el Viejo Continente, son parte del manantial cultural que se ha insertado en la cultura del Nuevo Mundo. Los ángeles están representados, iconográfica y poéticamente, como seres etéreos ocupados en tareas y funciones de mediación entre los seres humanos y el gobierno de Dios en los cielos.
Ángeles son, en esta tradición estética, representados como intermediarios que efectúan la intercesión entre los seres humanos aquí en la tierra, y los representantes en gobiernos seglares quienes los gobiernan. Las funciones de los ángeles, en la poesía de los siglos, incluyen la intercesión diplomática e institucional en forma gubernamental aquí en la tierra y entre la tierra y los cielos.
Sin embargo, las metáforas en que los ángeles presentan, poéticamente, las intercesiones seglares y divinas, a veces gozan y sufren de una ambigüedad que tambalea entre la aceptación y la desconfianza; entre la adoración de su belleza y el terror de que su intermediación pueda representar la pérdida de independencia para los ciudadanos aquí en la tierra.
Los poetas de Europa Occidental, serios y de alto nivel de cultura, presentan a los ángeles, en la poesía y literatura que hemos heredado, como más grandes, más terribles y más poderosos que los seres humanos? y más bellos en sus formas etéreas. Encontraremos su poder y fuerza en la poesía desde el período de la Antigüedad Tardía después de la fragmentación del Imperio Romano, hasta hoy.
En la literatura (porque aquí no estamos hablando de la filosofía, ni de la doctrina eclesial ni de la teología) los ángeles constituyen una antesala divina con tareas de mediación, justicia, amor y diplomacia. Son presentados a nosotros, los lectores y oyentes, como seres intermediarios, casi siempre inmortales y con funciones parecidas a las que la humanidad imita en la reconstrucción poética de las esferas de la administración del gobierno del Paraíso y de las administraciones seglares; en las situaciones de amor y éxtasis; y en las batallas más grandes de la tierra, mar y en los cielos. Veámos unos ejemplos representativos de esta fuente cultural.
Viajemos atrás en el tiempo unos siglos para dibujar el trasfondo y raíces de las muchas transiciones efectuadas por medio de las metáforas e imágenes de estos seres que forman una suerte de puente entre la tierra y el cielo, y que aparecen en la poesía de los siglos de antaño en la memoria cultural e institucional de los gobiernos de la tierra y de los cielos.
Las leyendas de la historia europea, presentadas en el modelo literario de suma importancia de la tradición Judeo-Cristiana, la Biblia Vulgata, en Latín, traducida desde el griego por San Jerónimo en el siglo IV A.D. Si consideramos este libro en su aspecto como modelo de poesía y literatura de una belleza como la más alta en la historia de poesías en Occidente, la Biblia declara que el primer diplomático era el Arcángel Gabriel.
El Arcángel Gabriel es un diplomático porque su función es de presentar el mensaje de Dios a la Virgen María. Esta función requería que Gabriel esté, física y espiritualmente, con ella y en la presencia de Dios a la misma vez. Trae y comunica un mensaje de las más altas esferas de la jerarquía del gobierno divino y, a la misma vez, recibe la respuesta de María que él comunicará a su regreso. De hecho es la manera en que funcionan todos los cuerpos diplomáticos a través de los siglos: son mensajeros que traen consigo el poder de hablar en nombre de su gobierno y de sí mismo, simultáneamente.
En su plática con María en el Evangelio según San Lucas, el Arcángel Gabriel, en el servicio diplomático de Dios, hace su pronunciamiento diplomático en Latín–porque todos los plenipotenciarios hasta recientemente–hablaron en Latín: “Ave gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu en mulieribus.” La traducción de lo que dijo Gabriel a María es: “Salve, llena de gracia, Dios está consigo, bendecida entre todas las mujeres”. (El Evangelio según San Lucas, en la Biblia Vulgata de San Jérónimo, I: 26-39).
Ahora la Biblia es un modelo literario, y contiene alguna de la poesía de la más alta calidad de las tradiciones estéticas de Europa Occidental. El gobierno del Paraíso cristiano es una jerarquía monárquica en que Dios es servido con la mediación de las nueve órdenes de ángeles, quienes coexisten en el antesala de la divinidad y pueden intervenir en los asuntos humanos aquí en los estados y repúblicas de la tierra.
Según, el doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino, hay nueve órdenes de ángeles con diferentes funciones en este gobierno divino. Son los Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles. Ellos sirven a la deidad en las esferas de la justicia, la diplomacia y otras funciones que podemos ver en la poesía en que están representadas imágenes del gobierno de los cielos.
La manera en que aparece un ángel al poeta es, usualmente, por medio de una complejidad del aire, que usualmente no retiene su forma ni su color, como hacen las nubes. Los ángeles, entonces, según Santo Tomás de Aquino, asumen cuerpos conformados de aire hecho más denso por el poder divino (nunca por su propia agencia) para que sean visibles y puedan tener interacciones aquí en la tierra. Forman parte del aparato de intercesiones y se percatan que llevan similitudes en sus oficios angélicos con las intercesiones de los sacerdotes, de la Virgen María y la participación en la purificación del proceso en el Purgatorio.
De otro modo, estos intermediadores, enfocándonos en las jerarquías de ángeles, pueden hacerse visibles a la humanidad. Aunque son incorporales, pueden tomar una forma visible para acomodarse al entendimiento y percepción de los seres humanos como mediadores. (Summa Teológica, 9:37, 1ª.51.2).
Veamos un ejemplo sobresaliente en la Divina Commedia de Dante Alighieri, el Florentino, quien, en su poema del siglo XIV, visita al Infierno, el Purgatorio y el Paraíso para recibir educación sobre su proceso de salvación como poeta cristiano por medio de la intermediación de una serie de guías y ejemplos, además por medio del accionar de los ángeles, antes de comenzar a escribir su gran poema.
Cuando Dante el Peregrino/Poeta en su visión-sueño reportado en su Commedia, pasa del Infierno al Purgatorio, aparecen, inscritos en la piel de su frente, siete letras “P”, que significan los siete pecados mortales que se están siendo purgados en cada etapa de la montaña de siete etapas que es el Purgatorio: un pecado tiene que ser superado en cada etapa, antes de que el Poeta pueda llegar a entrar el Paraíso.
En el Purgatorio de su poema, cada vez que Dante sube al próximo nivel de la montaña del Purgatorio, en significación que se ha purgado y superado uno de los pecados mortales, un ángel limpia suavemente, con su ala, una de las “P”s de la cara del poeta. No hay dolor, es un acto efímero del ala del ángel guardián de la etapa que Dante el Poeta va a superar para pasar al próximo nivel.
La confianza en la mediación de los ángeles, expresada como representaciones de una suerte de arco de conexión entre este mundo y las esferas divinas, es característica de la época medieval, antes de la Reforma Protestante. Ambas visiones de la posibilidad de las funciones como intermediarios de ángeles, sacerdotes y la Virgen María (quien es la primera de interceder por Dante el Pecador) conllevan paralelismos con la posibilidad (1) de confiar en las instituciones democráticas de los gobiernos o (2) de demandar y requerir el contacto sin mediación institucional en la democracia directa de los seres humanos como ciudadanos en su propia gobernación, actuando como votantes individuales para formar las políticas de su gobierno.
La actuación del ángel en el poema de Dante es un acto de mediación entre el pecador y la unión con Dios, que es el objetivo de su búsqueda. Dante, todavía con vida continúa viajando en un mundo de muertos en el Purgatorio, hasta que su guía, el poeta romano Virgilio, lo declara coronado con el control de si mismo, entonces el ángel limpia todas las “P”s en signo de que ha superado los pecados mortales. Solamente después de la mediación de su guía y del ángel puede Dante entrar al Paraíso y alcanzar la unión mística con Dios en la rosa compuesta de santos y profetas que está girando en la eternidad. Ahora puede recibir la inspiración necesaria para escribir el poema para la salvación de si mismo, su nación y sus lectores: la misma Divina Commedia.
Importante e imposible de no tomar nota de las inquietudes que rodean estos mediadores angélicos de las tradiciones protestantes durante el Renacimiento y durante la Reforma Protestante del siglo XVI de estos mediadores. La preferencia para el contacto directo, no la incorporación de los oficios del sacerdocio en la confesión o, por ejemplo, en la interpretación individual de la lectura de la Biblia, revela una preferencia por el rechazo de la mediación entre los seres humanos y su Dios. Para no multiplicar ejemplos, consideraremos el iconoclasmo y el ansia para la destrucción de las imágenes de ángeles en una iglesia de Peterhouse, Cambridge durante el siglo XVII cometidos por los Puritanos. Declaran que “We pulled down two mighty great angels, with wings, (….) and about a hundred cherubins and angeles…”. (Derrocamos dos grandes y poderosos ángeles, con alas, (…) y cerca de cien querubines y ángeles…”), William Dowsing, vocero Puritano, 1598-1668.
No obstante, siempre en el siglo XVII, se sigue prestando la fórmula metafórica de Santo Tomás para designar la apariencia y actuación de los ángeles. El ejemplo sobresaliente es la poesía del gran poeta metafísico de la Inglaterra, el magnífico John Donne. Encontramos su poema “Aire and Angells” (Aire y ángeles), que Donne presta de Santo Tomás la imagen de un ángel que porta “face and wings of aire” (rostro y alas hechos de aire).
Donne dice: “Twice or thrice had I loved thee, Before I knew thy face or name. So in a voice, so in a shapeless flame, Angells affect us oft”. (Dos o tres veces yo la amé antes de que conocíera ni tu rostro, ni tu nombre. Así en una voz, así en una llama sin forma, los ángeles nos afectan muchas veces).
Veamos como utiliza los ángeles como metáfora para expresar esta idea de la mediación de ángeles en las relaciones sexuales entre hombres y mujeres, todavía tan controversial hoy: “Of aire, not pure as it, yet pure doth weare, / So thy love may be my loves shpeare: / Just such disparitie / As is twixt Aire and Angells puritie, / Twixt womens love and mens will ever bee”. (Vestida de aire, no pura como el aire, pero parecida a la pureza, así tu amor puede ser la esfera de mi amor. Y esta disparidad entre la pureza del aire y los ángeles será siempre entre el amor de mujeres y el amor de los hombres).
El objetivo en presentar ángeles en su poema es que Donne desea proporcionar la idea de que, en el amor sexual humano hay una distinción entre el amor de mujeres y el amor de hombres en la tradición renacentista en la que Donne está escribiendo, que nos ha pasado al siglo XXI donde todavía tiene resonancia.
Desempaquetando el significado de estas líneas, vemos que Donne afirma que el amor de las mujeres es como aire, no realmente puro y limpio, pero lleva solamente la apariencia de aire puro. Donne profundiza en esta ironía, porque es una proclamación sumamente irónica. Su conclusión es precisamente que la diferencia entre el aire y ángeles es también la demarcación entre la clase de amor de que son capaces las mujeres (solamente como aire que parece ser pura) y la capacidad más alta de que son capaces los hombres (más parecida a la esencia de los ángeles). En este y otros poemas de Donne se puede percatar un poco de la esencia y fuente de algunos prejuicios actuales y muy modernos, aquí presentados en forma elegante e ingeniosa.
Pero no solamente en relaciones suaves y amorosas están presentados los ángeles. Son criaturas y esencias poderosas en la administración de justicia divina y, por analogía, en la política de este mundo.
Tal vez el ejemplo más resplandeciente es la representación de la batalla más famosa de todas las épocas descrita por John Milton, el gran poeta inglés y Puritano del siglo XVII durante la Guerra Civil en Inglaterra, en su poema épico El Paraíso Perdido. La soberbia y competencia con Dios de Lucifer -el ser de luz- que es un Serafín de lo más poderoso: Lucifer reta a Dios para la supremacía del gobierno y poder del Paraíso, y así comienza la batalla en los cielos que termina con la expulsión de los ángeles rebeldes por Dios y sus ejércitos celestiales de arcángeles.
El castigo de Lucifer no es solamente de ser expulsado del paraíso. Es de caer nueve días (el mismo número igual de las órdenes de los ángeles). Lucifer ahora es siempre el comandante en jefe de los querubines revoltosos caídos en el Infierno (que es un lago de alquitrán en llamas creado por la justicia de Dios).
Lucifer, sin embargo, no se da por vencido y declara guerra contra Dios, y Milton lo presenta arengando a su ejército angélico para que juraran guerra eterna.
Lucifer habla directamente, sin mediación, para animar y levantar los querubines a batalla. Milton nos dice que Lucifer habló: “He spake: and to confirm his words, out-flew millions of Flaming swords drawn from the thighs of mighty Cherubim”. (“Habló y para confirmar sus palabras, salieron milliones de espadas llameantes, sacadas de los muslos de los querubines poderosos (….) Lanzando así desafíos hacia la bóveda del Paraíso)”. Libro I del Paraíso Perdido de John Milton.
Es, en fin, una imagen casi erótica de espadas llameantes y muslos poderosos desafiando a las nueve órdenes de ángeles que quedaron fieles a Dios. Aquí no hay mediación en su actuación: es la democracía directa expresada en el reto angélico de comenzar no una negociación o diálogo, pero confrontando en combate provocativo contra el cielo para crear su propio gobierno del universo. Es un escenario sumamente violento directamente contra el gobierno del más poderoso.
¿Quién, si yo gritase, me oiría entre las jerarquías de los ángeles? Y aun si uno de ellos me acogiera de repente y fuertemente a su corazón, yo desvanecería en su existencia más poderosa. Porque la belleza no es sino el comienzo del terror que todavía podemos soportar, y para la que tenemos tanta reverencia, porque, con tranquilidad, desdeña el destruirnos”.
(Las Elegías de Duino de Rainer María Rilke (Praga, 1875 – 1925))
Con estas líneas de Rilke, llegamos a otra visión de ángeles en la poesía de los principios del siglo XX. El poeta pregunta quién responderá desde las jerarquías de los ángeles, cuando grita en la desesperación de una crisis de aislación, mientras proclama, a la misma vez, su terror ante la posibilidad de salvación de su soledad por medio del abrazo de un ángel más poderoso. Si un ángel lo acogiera fuertemente y de repente, dice, él desvanecerá en la existencia más poderosa del ángel. Con eso, experimenta el comienzo del terror que incita la reverencia ante la belleza que, con tranquilidad, desdeña a destruirlo.
Aquí, los ángeles son el objeto de la investigación poética que busca una reunificación que le permitiría escapar de su crisis de aislación como hombre en un mundo que lo desorienta. La posibilidad de la intercesión de un ángel que provoca terror por su belleza y fuerza. Es que los ángeles, en sí, poseen el poder de rescatarlo por medio de un abrazo que proveería una conciencia protegida, pero que, a la misma vez, lo pueda hacer desvanecerse, a causa de la belleza de una acogida angélica. Y ante la belleza sufrirá el comienzo del terror tranquilo que no tiene el menor interés en destruir o aniquilar a quien presencia su existencia.
Queda solo el hombre/poeta que grita con la esperanza de resolver su crisis de separación y aislación, quien obviamente no puede alcanzar ni aceptar la mediación de las jerarquías de los ángeles. Queda desnudo, metafóricamente, por su terror ante quienes puedan rescatarle cuando grita.
En la examinación de algunos de los poemas más representativos de la cultura de la Europa Occidental durante varios siglos, se vislumbra una ambivalencia y cautela ante la mediación de las órdenes de ángeles entre los seres humanos de la tierra y el cielo que nos gobiernan y nos salvan.
Parece que la antigua y moderna preocupación sobre si deberá funcionar la mediación de las jerarquías e instituciones entre los seres humanos/ciudadanos y su gobierno, sigue provocando la ambigüedad y la ambivalencia.
¿Es el caso que la eliminación de la intercesión de las instituciones ofrece una democracia más directa en que el individuo actúa directamente en su propio interés? Y si la democracia directa es implementada, ¿no sería más parecida al iconoclasmo que destruye a los ángeles que deberán existir para efectuar la representación de las necesidades de los ciudadanos y su gobierno?
¿O es el caso que las instituciones democráticas funcionan como los ángeles en ofrecer la mediación entre el pueblo y los que mandan? ¿No puede ser que la alternativa sea que la aceptación de la mediación de instituciones entre el pueblo y su gobierno sea un camino más seguro? FIN