Una prioridad de país

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Paul Parrish,por llegar al Arco de Arc de triatlón en París

/ Foto Por Reuters Neil Hall

Por Por Eduardo Torres*

2014-10-13 5:00:00

La mayoría en la Asamblea Legislativa será el asunto más importante que estará en juego en la elección legislativa y municipal del próximo 1 de marzo, ya que es de ahí de donde emanan y se reforman las leyes y se eligen funcionarios de segundo grado, aunque como garantía adicional se requiera de la figura de la mayoría calificada. Pero, sobre todo, donde deben descansar las salvaguardas a nuestro sistema democrático y republicano.

Los salvadoreños, tanto en 2009 como en 2012, votamos por los pesos y contrapesos que se requieren en una democracia funcional, los cuales, como es de sobra conocido, fueron anulados por la figura del transfuguismo que acaba de ser declarada inconstitucional. Una democracia funcional, con pesos y contrapesos, donde se estimule el disenso es, ciertamente, la barrera contra el totalitarismo.

Dicho lo anterior, será muy importante también para los contendientes en la justa electoral ganar el mayor número de alcaldías posible, ya que estas son las más cercanas en el día a día con la gente. Siendo piezas claves, es obvio que por su tamaño lo son más aquellas donde vive la mayoría de la población: las cabeceras departamentales y las que componen el Gran San Salvador. La “joya de la corona”, definitivamente, es la segunda plaza política del país.

Héctor Silva, para el caso, fortaleció en su momento el proyecto político del FMLN y por alguna razón no fue su candidato a presidente, porque el posicionamiento lo tuvo. Norman Quijano sostuvo a su partido ARENA cuando parecía que iban a tener éxito sus adversarios; luego perdió la elección presidencial por 6 mil y pico de votos, pero ganó en el municipio en las dos vueltas. Con anterioridad, en la época de los gobiernos del PCN, José Napoleón Duarte consolidó su liderazgo al frente de la comuna capitalina; Armando Calderón Sol derrotó con posterioridad al hijo del presidente Duarte, quien ostentaba la silla edilicia.

Tanto José Napoleón Duarte como Armando Calderón Sol saltaron de la Alcaldía de San Salvador hacia la Presidencia de la República.

La ciudad capital ha sido y, por los resultados de enero y marzo de este año, continúa siendo un bastión opositor. Así lo demuestran también los resultados de 2009, año en que todas las elecciones de primer grado (votación de la gente) fueron en el lapso de dos meses y cuando la onda de “el cambio” sintonizó con sectores no afines hasta ese momento al FMLN. Norman Quijano ganó en ese escenario la alcaldía capitalina. Tres años más tarde obtuvo una contundente reelección. Duarte fue en su momento opositor cuando ganó la Alcaldía; igual sucedió con Calderón Sol.

Habiendo resaltado la importancia que tiene la “joya de la corona”, reitero que es en la Asamblea donde se definirá el futuro de nuestro país en los años por venir. Ante las “tentaciones” de implantar en el terruño un gobierno totalitario –léase algo similar a lo que implica el modelo “chavista”–, llevando el oficialismo a los más duros del FMLN como candidatos a diputados, la correlación de fuerzas en la Asamblea se vuelve la prioridad de país número uno.

Es verdad que el péndulo se encuentra iniciando su regreso, pero de tener la correlación numérica en esta la Legislatura, la “tentación” en el oficialismo se les volvería demasiado grande. Está claro el guion que han seguido en el Cono Sur, donde lograron en algunos países suprimir libertades fundamentales. Los salvadoreños, empero, que no queremos un modelo con ese tipo de características, venimos apoyando elección tras elección los pesos y contrapesos que nos permitan esquivar experimentos fallidos.

Un sano equilibrio de poderes que nos permita convivir con armonía en un país que prospere es lo que al final buscamos la mayoría de salvadoreños. Y es para lo que se requieren los pesos y contrapesos –en un Estado basado en el Orden de Derecho–, tan esenciales en una democracia moderna y verdadera.

*Director Editorial de

EL DIARIO DE HOY.