El 25 de septiembre se estrenó en las salas de cine de nuestro país, la película “Cantinflas”. Al respecto, muy pocos conocen que detrás de ella, como uno de los principales productores se encuentra un salvadoreño, quien con mucho esfuerzo, estudio y trabajo logró triunfar en el competitivo mundo empresarial de México.
Eduardo Graniello Pérez, “Guayo”, como con cariño le llamamos los que tenemos el gusto de conocerle, nace en San Salvador en junio de 1971, vive su infancia con recursos muy limitados en un edificio multifamiliar en la colonia Montserrat, hijo de madre soltera quien luchó por sacarlo adelante y con mucho sacrificio le dio la mejor educación, inculcándole los valores necesarios para convertirlo en la persona de bien que es. A sus 12 años, su padre lo reconoce como hijo y a partir de esa fecha le brinda apoyo y tiempo para darle la formación personal y académica necesaria.
Estudió en el Liceo Salvadoreño, institución que forma parte muy importante en su proceso de formación académica. Guayo, alumno muy dedicado, “amiguero”, pero al mismo tiempo muy disciplinado, llegó a ser jugador del equipo de basquetbol del colegio e incluso seleccionado juvenil de nuestro país. En su adolescencia, su padre reconociendo el esfuerzo y potencial de Guayo, hace el acuerdo con él de darle como herencia su formación profesional. A sus 18 años, durante la ofensiva final de 1989, sale del país –como muchos salvadoreños que se vieron en la necesidad de emigrar como resultado del conflicto armado– rumbo a la ciudad de Monterrey, en México, a estudiar su carrera profesional en Sistemas Computacionales.
Al graduarse de la carrera decide viajar por sus propios medios, que eran muy pocos –ya que el apoyo económico de su padre había terminado según el acuerdo que habían hecho en su adolescencia- a estudiar inglés a Estados Unidos. Para poder pagar su estancia, trabajó lavando carros y siendo ayudante de mesero. Regresa a Monterrey a buscar trabajo, siendo extranjero era un poco más difícil encontrar una oportunidad, ya que era necesario justificar por qué un extranjero tomaría una oportunidad versus una persona de nacionalidad mexicana.
En 1995 encuentra trabajo en una pequeña empresa de sistemas, en la cual pasó por las áreas de soporte técnico, desarrollo de sistemas y ventas; en paralelo fue profesor de cátedra del Tecnológico de Monterrey y estudió una maestría en Administración de Empresas. En 1999 inicia Intellego, una empresa de sistemas que nace con un sueño, con el capital mínimo para operar y con cuatro colaboradores.
En un modelo de negocio donde integra talento joven que proviene de las universidades, así como ejecutivos de gran experiencia en empresas transnacionales como Accenture, Deloitte, Cap Gemini, HP, Oracle y SAP, habiendo logrado un crecimiento acelerado en los últimos años; posteriormente, uno de los principales fondos de inversión a nivel mundial, decide invertir en su empresa para poder hacer de Intellego una historia de éxito latinoamericana.
Guayo ha obtenido reconocimientos como una de las empresas latinoamericanas globales con mayor crecimiento según el Foro Económico Mundial, una de las 500 empresas más importantes de México por la revista “Expansión” y además es una empresa “Endeavor” (organización con presencia mundial que premia a los mejores emprendedores). Actualmente, Intellego tiene más de 1,600 colaboradores con operación en cinco países en Latinoamérica y se prepara para convertirse en una empresa pública en 2017.
Además de su empresa de sistemas, participa en proyectos inmobiliarios en México y El Salvador, apoya fundaciones para niños con cáncer y personas con autismo, desarrollando diversas inversiones en novedosos proyectos como es el caso de la película “Cantinflas”.
Guayo es un salvadoreño que viene desde abajo y que desde su infancia le tocó luchar para salir adelante; él nos demuestra que con mucho esfuerzo y sin ponerse barreras mentales podemos lograr nuestras metas por ambiciosas que estas sean, todo sin dejar a un lado a su familia: una linda esposa y sus cuatro hijos, a quien él considera, junto con su madre, la piedra angular de su éxito y el motor que lo hace seguir adelante.
En un El Salvador tan lleno de desesperanza, historias como la de Guayo nos hacen creer que nuestro querido país está lleno de personas con muchísimo potencial y que no hay sueño imposible de cumplir si somos positivos. Todos los obstáculos que vivimos constituyen oportunidades escondidas para salir adelante. Felicidades por tu nuevo éxito Guayo, y siempre pa’lante.
*Colaborador de El Diario de Hoy.