WASHINGTON. El secretario de Justicia de Estados Unidos, Eric Holder, anunció ayer que su departamento inició una “investigación penal” sobre el asesinato del periodista y fotógrafo estadounidense James Foley, decapitado por un integrante del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El fiscal general, Eric Holder, aseguró que “el Departamento de Justicia está trabajando activamente para que se haga justicia en este caso”.
“Tenemos una investigación penal abierta”, dijo Holder ante la prensa, después de que el presidente Barack Obama prometió hacer “lo necesario para que se haga justicia” por la muerte de Foley, de 40 años, quien había sido secuestrado en Siria en noviembre de 2012.
“Los que hayan cometido tales actos tienen que entender algo. Este Departamento de Justicia, este Departamento de Defensa, esta nación… Tenemos buena memoria y nuestro alcance es muy amplio. No vamos a olvidar lo que pasó, y la gente tendrá que rendir cuentas, de una manera u otra”, reiteró.
El fiscal general, quien aseguró que la justicia trabajará “intensamente” para que los culpables paguen por lo ocurrido, también ofreció sus condolencias a la familia del periodista.
“Fue desgarrador ver a sus padres ayer, que mostraron una compostura que, desde mi perspectiva, es casi incomprensible. Y mi corazón está con ellos”, acotó en alusión a la declaración pública que los dos hicieron el miércoles tras anunciarse la veracidad del vídeo en el que se mostraba cómo su hijo era decapitado.
“Él era un periodista y era un símbolo de lo que es correcto sobre Estados Unidos”, agregó respecto al trabajo de Foley como reportero en puntos muy peligrosos del planeta.
Estados Unidos lanzó a principios de este verano en Siria una operación para liberar a rehenes estadounidenses en manos del grupo yihadista, pero la misión no tuvo éxito porque no se acertó su localización, según hizo público la pasada noche el Departamento de Defensa.
El Gobierno estadounidense no precisó a cuántos rehenes estaba dirigida la operación ni si Foley estaba entre ellos, pero los diarios The Washington Post y The New York Times, que citaron fuentes oficiales, aseguraron que el periodista habría sido uno de los potenciales liberados de prosperar la misión.
Los yihadistas del Estado Islámico pidieron en un principio 100 millones de euros ($132.5 millones) por la liberación de Foley, informó el GlobalPost, medio para el que colaboraba.
Philip Balboni, presidente de GlobalPost, indicó al Wall Street Journal que la cifra fue solicitada tanto al medio de comunicación como a la familia de Foley.
El presidente de GlobalPost eludió comentar la respuesta a la solicitud de los islamistas y se limitó a señalar que todas las comunicaciones con los captores fueron compartidas con las autoridades estadounidenses.
El Gobierno estadounidense subrayó ayer que su política es “no hacer concesiones a los grupos terroristas ni pagar rescates” por secuestrados, por considerar que financia sus actividades y pone en peligro a todos sus ciudadanos en el exterior.
En el vídeo publicado el martes por los extremistas, Foley se despide de su familia y acusa a EE. UU. de ser el responsable de su ejecución por la reciente intervención en Iraq, donde el Pentágono lleva dos semanas de ataques “selectivos” sobre posiciones del EI en el norte del país.
Mientras, las fuerzas de seguridad del Reino Unido creen que el verdugo del periodista estadounidense se hace llamar John y habla con acento de Londres, reveló ayer la versión digital del diario británico The Guardian.
La inteligencia del Reino Unido trata desde el miércoles de identificar al encapuchado que decapitó al reportero y trabaja con la hipótesis de que se trata de un británico que viajó a Siria para unirse a los extremistas.
Este hombre sería el líder de un grupo de yihadistas británicos que ha secuestrado a varios extranjeros en la ciudad siria de Raqqa, bastión de los combatientes del Estado Islámico.
Fuentes del Gobierno del Reino Unido citadas por The Guardian afirman que entre 400 y 500 ciudadanos británicos están en Siria o Iraq vinculados a la lucha armada.
Los servicios secretos británicos han detectado, además, a unas 250 personas que habrían vuelto al Reino Unido tras haber estado integradas en el Estado Islámico.
El primer ministro británico, David Cameron, explicó ayer que el Reino Unido retira el pasaporte a las personas sospechosas de tener intención de viajar para unirse a grupos extremistas. —AGENCIAS.