A base de exigencias buscan eliminar la enseñanza privada

La mejor acreditación es la competencia entre instituciones, que llenen requisitos básicos para desarrollar su labor. Y la mejor manera de acreditar universidades es hacerlo a través de entidades del exterior

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Andrés Flores, con el 11, fue elegido uno de los dos mejores delanteros de la semana en la NASL. Foto EDH

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2014-08-13 5:00:00

El gobierno pide que las universidades privadas pasen por un proceso de acreditación que, entre otras cosas, revisa las condiciones en que se desarrollan sus labores, contar con bibliotecas y laboratorios, alojarse en edificios que llenen determinadas exigencias y muchos etcéteras.

Pero como es ya la regla en estos casos, lo que colegios, universidades y centros de enseñanza de cualquier naturaleza pero privados tienen que cumplir, no se exige a la Universidad de El Salvador ni a las escuelas públicas.

Un colegio debe contar con la aprobación de sus aulas, su mobiliario, sus inodoros y servicios, sus techos y lo que se les va antojando a los inspectores del MINED, pero las escuelas pueden estar en situación de lipidia, con techos colapsados, sin suficientes pupitres, con servicios sanitarios nada sanitarios y pestilentes, con alumnos que no tienen dónde sentarse… pero eso no le quita el sueño a nadie en el gobierno.

Y no hay forma más fácil de hacer quebrar o cerrar negocios y escuelas que inventarse regulaciones, como las que acabaron con el pequeño crédito bancario para instalar las cajas de préstamo del partido oficial.

“Corre el rumor” —y la gente en este país aprendió a tomar en serio los rumores por descabellados que parezcan—, que con las regulaciones lo que se busca es quebrar centros de enseñanza para luego caerles encima.

De hecho, se asegura que más de cien colegios privados han tenido que cerrar por no cumplir en un ciento por ciento lo que las escuelas públicas no alcanzan siquiera en un treinta o cuarenta, para luego, como sucedió con la usurpación de la Obra Salesiana en Santa Ana, un ejemplo de labor de rescate y formación, caerle encima a lo ya hecho. Y tal cosa además sucedió al Hogar Adalberto Guirola.

Lo que termina por acreditar

es la competencia entre centros

En esto la regla debe ser “o todos en la cama o todos en el suelo”, pues exigir buenas condiciones para las familias que pueden pagar colegios, por más modestos que estos sean, pero no para los alumnos de escuelas públicas, es una muy fea discriminación, como si la gente de “el pueblo” no mereciera que se ocupen de ella, como por ejemplo, ver que los techos se encuentren en buen estado.

El mayor desastre en educación superior es la UES, que está controlada aún por algunos grupos extremistas, cuyos gastos nadie fiscaliza y que es refugio para las momias de la izquierda como lo era el de los míticos “cementerios de elefantes” donde los paquidermos iban a morir y eran buscados por los traficantes de marfil.

La mejor acreditación es la competencia entre instituciones, que llenen requisitos básicos para desarrollar su labor. Y la mejor manera de acreditar univesidades y centros superiores de enseñanza es hacerlo a través de entidades del exterior, como lo llevó a cabo, entre 2004 y 2008, en El Salvador, un grupo de intelectuales presidido por el Dr. Hector Lindo Fuentes, hijo del escritor y diplomático Dr. Hugo Lindo, ya desaparecido, quien inició su andar en los primeros años de vida de este Diario.

La vieja UES, pese a sus deficiencias y limitaciones físicas, a no contar con bibliotecas y etcétera, formaba mejores profesionales y académicos que la actual UES, que derrocha ingentes cantidades de dinero público. Aceptar esas realidades es un obligado punto de partida…