Un correo electrónico alertó a la Secretaría de Cultura de la Presidencia (Secultura) que el Premio Nacional correspondiente al Certamen de Cuento de los XVIII Juegos Florales Morazánicos, que otorgaron en 2012, fue ganado con fraude. Luego, las redes sociales se encargaron del resto y pusieron en evidencia a un joven de 21 años. Finalmente, el gobierno despojó al imberbe de aquella aura que le había conferido.
El protagonista de esta historia ganó el certamen gubernamental con 18 cuentos que se agruparon en el título “Bajo la piel del fuego”. De este número, 11 fueron copiados de forma íntegra y otros de forma parcial.
“Mi plagio es una protesta social. Quiero hacer ver la incompetencia de la Secultura”, responde Mario Alberto Rojas a El Diario de Hoy.
El joven con facha de “hipster apócrifo” afirma que su acción se parece a un performance, pero cuando este medio le preguntó si dejó un registro o un documento que respaldara su intención, él dijo que no, porque “mi acción, lastimosamente, tuvo que ser de esta manera para poder darle al mundo a entender de que los jóvenes de este país escriben”. A pesar de sus palabras, Rojas le pone énfasis al deseo de que no lo llamen mártir. Aunque según su lógica, afirma que no le puso una trampa a la Secultura, porque “ella cayó por sí misma”.
Este episodio en la literatura de El Salvador demuestra que los filtros en los certámenes literarios que promueve el gobierno son fácilmente permeables. Esto va desde el jurado que designa el ente cultural hasta la fase de producción de los libros de los ganadores.
Un jurado, por ejemplo, tiene que velar por la calidad literaria y estética de las propuestas. En el caso de Rojas, este usó los escritos de 11 autores distintos. Ahí los expertos tendrían que haber notado que los estilos y las técnicas y las formas narrativas eran distintas. Rojas tendría que haber sido Rimbaud para tener todo eso.
Al ganar el primer lugar del certamen, obtuvo un premio económico equivalente a ocho salarios mínimos. Además, se le publicaron los 18 cuentos.
El tiraje constó —según el mismo libro— de 500 ejemplares. También fue invitado a participar en lecturas públicas en instancias del gobierno.
A pesar que la Secultura tomó medidas sobre el tema, fueron las redes sociales las que destaparon el fraude. Por ejemplo, uno de los que hizo públicas estas anomalías fue el poeta y editor, Osvaldo Hernández, la semana pasada. El resto de las revelaciones corrió como pólvora. Pero fue hasta el pasado jueves que el organismo gubernamental reaccionó.
“Esta institución revoca el Premio Nacional correspondiente al Certamen de Cuento de los XVIII Juegos Florales Morazánicos en 2012 [y] sostiene que es procedente la devolución del premio que se le otorgó al Sr. Mario Alberto Rojas en esa ocasión, consistente en un diploma extendido a su nombre y ocho salarios mínimos”, expresó el organismo.
El libro “Bajo la piel del fuego” será retirado de “las salas de venta, consignatarios, bibliotecas y espacios culturales del país donde haya sido distribuido”. La Secultura también ha solicitado a la Casa de la Cultura del Escritor “el retiro de todos los objetos y menciones relacionados con el Sr. Mario Alberto Rojas que hayan sido colocados en la Sala de Exposiciones de Escritores Jóvenes Salvadoreños”. Si fuese poco, el gobierno “ha iniciado el proceso legal correspondiente ante la Fiscalía General de la República (FGR)”.
El ente rector de la cultura en el país también ha solicitado al jurado conformado por Carlos Henríquez Consalvi, Alberto Pocasangre y Dinora del Carmen Vásquez a reunirse “y explicar a esta Secretaría el método que utilizó para la lectura de estos textos y las deliberaciones consecuentes de la misma para la asignación del premio mencionado, ya que situaciones como la presente provocan que el público en general dude de la legitimidad de los Juegos Florales y daña la imagen y credibilidad de los mismos”.
Consalvi —director del Museo de la Palabra y la Imagen (Mupi)— escribió en horas de la tarde de ayer en su cuenta de Facebook que “Estando fuera del país me entero del plagio. A los jurados que voluntariamente les entregan centenares de páginas a leer en los Juegos Florales, no les corresponde certificar la autenticidad de los relatos, esa es responsabilidad de la entidad gubernamental que las convoca”.
“Este caso sentará un precedente en materia de plagio y respeto al derecho de autor. La Secultura acudió a la FGR porque el señor Rojas defraudó al Estado”, comentó a El Diario de Hoy el director de la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI), Erick Lemus.
“Es una vergüenza que este muchacho nos haya tomado el pelo. Como Secultura estamos indignados que jueguen con los conocimientos de nuestros académicos, escritores (…) es indignante que un joven trate de pasarse de listo y quiera verse como víctima”, recalcó Mario Noel Rodríguez, director de Letras de la Secultura. Bajo su responsabilidad también está la organización de los Juegos Florales.
Rojas con EDH
“Con respecto al plagio, estoy consciente de esto, lo asumo, lo acepto y me responsabilizo por la acción”, así rompió el silencio Mario Rojas con El Diario de Hoy sobre su libro “Bajo la piel del fuego”.
“Esto ha sido un hecho predeterminado, organizado y orquestado para que las autoridades de la Secultura detectaran el plagio”. Y añadió: “el Reglamento de los Juegos Florales de El Salvador, en su artículo 9 dice que ‘el texto debe ser inédito, sino debe ser eliminado de la competencia’. Mi texto no es inédito y aún así me premiaron. Porque firman ‘todo el premio que tenga ganador el fallo será inapelable, sin consideración alguna’, sostuvo Rojas.
Este “perfomance” confronta la doble moral del deber y ejercicio de la institución responsable a promover actividades culturales en el país. Para él, la falta de actuación institucional y ética de la Secultura no ha sido la más correcta, por no notificarle. “Por eso estoy dolido, ofendido, molesto y decepcionado de que hay tanta gente, como yo, que escribe y que lo hace de una manera impresionante y que todo los días y noches se desangran un buen material y que a los días siguientes toca puertas, como las instituciones del Estado, la academia, ellos encuentran puertas cerradas, puertas cerradas y esa indignación me llevó a hacer lo que hice”. Y agregó sin ambages: “Y que esto sirva como un antes y un después para la literatura de los nuevos autores de mi país”.
La denuncia en redes sociales por poetas, académicos y lectores le sorprendió, pero confesó que “al fin alguien reveló lo que había predeterminado”. Según él, su acto artístico, intelectual y experimental marcará un precedente para la reestructuración de la organización de los Juegos Florales, la selección de sus jurados y la predisposición de la investigación de textos originales que llegan a la entidad gubernamental.
A Rojas se le cuestionó por la utilización monetaria de 1,700 dólares. Dijo que la mitad fue destinada a su madre para la compra de juegos de sala, televisor y un chinero decorativo y la otra mitad a gustos personales, libros como: “El Perfume” del escritor alemán Patrick Süskind, la “Antología de Pablo Neruda” de la editorial Alfaguara, la colección de cuentos “Cuervos” de Daniel Krauze, “La Ciudad y los Perros” del Nobel Mario Vargas Llosa. Además, lo gastó en discos de Miguel Bosé, The Beatles, entre otros. Ah, sí, y un almuerzo, también.
Durante la conversación, Rojas mencionó que “La originalidad es el plagio no detectado” y le atribuyó la cita a Picasso. Antes de salir, Évelyn Linares —del Media Center de EDH— le preguntó por el autor de la frase y este contestó con seguridad “De Picasso”. “Pero esa es una cita de Thomas R. Ince”, le refutó la periodista. Rojas entonces respondió con una sonrisa: “El plagio fue descubierto”.