El director de la Policía, Rigoberto Pleités dijo ayer, durante una conferencia de prensa, que no había ningún incremento en la cifra de homicidios con respecto a los 27 días que han transcurrido de este mes de enero, en comparación al mismo período del año pasado.
Más adelante, sin embargo, durante la misma conferencia de prensa, al ser cuestionado sobre las cifras de los asesinatos de este mes, Pleités reconoció que hay 28 crímenes más con relación a los 27 días del año 2013.
“Enfatizar que no es cierto que se hayan incrementado los índices de violencia en el mes de enero. Si tuvimos cinco casos de homicidios múltiples que, obviamente, hicieron que subieran los niveles de homicidios al inicio del presente mes”, argumentó.
Contradiciéndose y para reconfirmar ese auge de la violencia, el director de la Policía dijo que en enero se tiene un promedio de ocho muertes violentas por día; una más que el año pasado cuando el promedio era de siete.
“En 2013 tuvimos 171 homicidios, y en 2014 en el mes de enero llevamos 199 homicidios, es decir, llevamos 28 homicidios más en enero de 2014 en relación a enero de 2013”, detalló.
El funcionario anotó que el comportamiento de los homicidios en los últimos seis meses experimenta una tendencia a la baja. Durante todo el año pasado se registraron 2,492 asesinatos, un centenar menos que en 2012.
La brecha de los casi 550 homicidios de reducción que se tenía hasta mayo del año pasado con respecto a 2012, no obstante, se comenzó a acortar desde junio pasado.
Ese auge de la criminalidad quedó reflejado en los primeros cuatro días de julio de 2013, en los que el promedio alcanzó los 20 homicidios por día. El 3 de julio se convirtió en el más violento con 27 asesinatos solo ese día.
Prensa genera un “falso aumento” en cifras
Pleités responsabilizó a los medios de prensa de generar un “falso aumento” de los crímenes, cuando las informaciones que publican son las cifras de la misma Policía.
Los cinco casos de homicidios múltiples que señaló el director de la Policía provocaron la muerte de 20 personas y lesiones en varias más.
Una de las matanzas se registró la noche del 11 de enero, en el cantón El Níspero, en las afueras de Tacuba, Ahuachapán. Esa noche asesinaron a seis hombres que estaban afuera de una iglesia evangélica, celebrando el cumpleaños de una señora de 82 años.
Las autoridades policiales señalaron a pandilleros de la mara 18 como los responsables de esa masacre, aunque por el momento no hay ningún sospechoso detenido.
Al principio se dijo que las víctimas eran feligreses y que no tenían nada que ver con las pandillas. Sin embargo, posteriormente, las autoridades policiales aseguraron que dos de las víctimas, presuntamente, se relacionaban con pandilleros de la Mara Salvatrucha (MS).
La zona donde se registró la masacre es considerada como límite entre los sectores donde operan la MS y la 18.
Seis días después, el 17 de enero, se produjo otra masacre en el cantón Bermuda de Suchitoto, Cuscatlán.
En ese lugar, hombres cubiertos de sus rostros con gorros pasamontañas ingresaron a una casa donde estaban reunidas las víctimas y de inmediato comenzaron a acribillarlos a balazos. Hubo otros tres que lograron escapar de las lluvias de balas.
En la casa quedaron los cadáveres de los hermanos Luis Alberto Lemus, de 27 años, y Antonio de Jesús Lemus, de 21, así como los de los amigos de estos Óscar Antonio Palacios, de 24, y uno más identificado solo como Brayan; todos fueron asesinados.
De acuerdo con la PNC, los homicidas utilizaron un fusil M-16 para cometer el triple crimen. Tras las investigaciones , las autoridades policiales señalaron que las cuatro víctimas eran pandilleros y que, según los vecinos, se dedicaban a extorsionar.
Además, uno de los muertos era investigado por varios homicidios y se sospecha que era cabecilla de una de las pandillas que opera en el lugar.
Tres días más tarde, la noche del 20 de enero, otra masacre conmovió a la sociedad salvadoreña: en el cantón El Escondido, municipio de Jujutla, Ahuachapán, varios hombres con apariencia de pandilleros asesinaron a una mujer y a sus tres hijos, ya mayores de edad.
En ese ataque murieron de inmediato Mariana Arévalo, de 57 años; Ignacio Rodríguez, de 24; y Roberto Arévalo, de 22. Francisca Arévalo, de 27, murió camino al hospital. Las autoridades policiales tampoco se atreven a señalar a algunos de los jóvenes como integrantes de pandillas; sus familiares dijeron que eran agricultores. Hasta la fecha no hay detenidos por este caso.