Ganadores, no… ¿Perdedores? ¡Sí!

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Por Federico Hernández Aguilar*

2014-01-14 6:03:00

Aunque está claro que el concepto “debate” le quedó holgadísimo al evento, sí me parece oportuno señalar que el reciente foro de candidatos presidenciales de ASDER tiene el potencial de convertirse en el precedente que necesitábamos, ¡que nos urgía!, para que la cultura del intercambio de ideas y posturas tome carta de ciudadanía en el ambiente político salvadoreño. Digamos lo que queramos sobre lo que vimos el domingo, pero ya no exijamos menos.

Es absolutamente incompatible con la democracia que quienes aspiran a ocupar la Presidencia de la República eviten, por estrategia, la confrontación de sus respectivas visiones. Hemos de procurar que este ejercicio vaya madurando con el paso del tiempo, de forma que con cada proceso electoral obtengamos de los candidatos (y sus equipos de campaña) una mayor profundidad, mejores aptitudes analíticas, más altos niveles de transparencia y mucha menos superficialidad.

Los propios ciudadanos debemos aprender a desnudar las sutilezas del lenguaje político y del publicitario. La elocuencia no es prueba de capacidad, así como el mero poder no es sinónimo de autoridad; pero el exceso de nervios en un aspirante político puede evidenciar varias cosas, incluyendo la acumulación fatigosa de disimulos. Por tanto, si bien el foro de ASDER dio poco margen al debate, lo que los postulantes callaron adquiere una muy particular expresividad.

Los silencios y evasiones de un candidato dicen mucho de sus debilidades, más incluso que los gestos o la falta de ellos. Salvador Sánchez Cerén no supo nunca qué hacer con sus manos, es cierto, pero ese detalle queda en segundo plano si se contrasta con el mutismo absoluto en que prefirió envolver, por ejemplo, el tema de la tregua entre pandillas. Tan débil era para él ese flanco, que la mejor opción que halló fue obviarlo. Y se notó demasiado. En seguridad pública ninguno de los contendientes ganó, pero sí hubo un perdedor en el tema, y ese fue el candidato oficialista.

Si sumamos todas las consideraciones que pueden hacerse en las cuatro áreas abordadas por los presidenciables, atendiendo a lo expresado y lo esquivado por cada uno, no hubo nadie que sobresaliera. Ningún equipo de campaña puede proclamar a su candidato “vencedor” del supuesto debate. El perdedor indiscutible, sin embargo, fue el que mostró mayores fragilidades, no sólo expositivas sino de contenido, no sólo por lo que dijo sino por lo mucho que evitó decir. Y ese perdedor, a mi juicio, es Salvador Sánchez Cerén.

No fue el único, por cierto. Hubo otro muy notable perdedor a lo largo del foro de ASDER. Las referencias estadísticas y emocionales utilizadas por casi todos los candidatos se convertían en mazazos contra él; la urgencia de respuestas a la base de cada problema planteado en el evento aludía directamente a él; hasta las palabras con que el moderador, Armando Guzmán, introducía cada eje temático eran, en buenas cuentas, una crítica durísima a su gestión. Me refiero, por supuesto, a Carlos Mauricio Funes Cartagena.

Si los cinco presidenciables tuvieron que hacer esfuerzos enormes para lucir capaces de enfrentar la actual situación del país es porque la herencia de la administración Funes es, en términos generales, incuestionablemente mala. La tímida defensa que quiso hacer de ella Sánchez Cerén, con toda certeza, le restó puntos. Inseguridad creciente, débil institucionalidad, deficientes servicios de salud y educación, indicadores económicos por los suelos… El foro de ASDER sirvió también para hacer un juicio demoledor a la gestión gubernamental que finaliza.

Por eso resulta tragicómico que Funes, invitado por un medio a “analizar” el foro, se atreviera a reprochar que ningún aspirante dijera nada sobre el financiamiento de sus respectivas propuestas. Sólo el cinismo megalómano de nuestro mandatario puede explicar que hoy pida a otros la responsabilidad que él nunca tuvo con las finanzas públicas. A los seres humanos suele costarnos mucho abrir bien los ojos para ver la realidad con nitidez, pero la ceguera de algunos ¡es infatigable!

*Escritor y columnista de El Diario de Hoy.