Salas de cine: Lo que el tiempo se llevó

Durante los años 70, el país llegó a tener más de 85 salas de cine, unas 50 solo en la capital. El cine llegó a ser el principal entretenimiento de presidentes, obreros y hasta prostitutas

descripción de la imagen
Salas de cine: Lo que el tiempo se llevó

Por

2014-01-03 7:00:00

La exhibición de películas en el país comenzó a finales del siglo XIX en un hotel que se llamaba Americano, en el Centro Histórico.

Luego, ya a principios del siglo XIX, como aún no había salas propiamente dichas, se ocuparon los teatros.

En esa época El Salvador contaba con cuatro: el Nacional, que estaba en construcción; el Variedades, el Principal y el Colón.

Los cuatro se localizaban en la misma calle: la 2a. Avenida (hoy avenida Monseñor Romero), una zona de gran actividad cultural, en esos días.

El Variedades se convirtió luego en cine Apolo, pero siguió usándose para realizar el llamado “teatro de variedades”. Cantantes, cómicos y figuras de circo se presentaron allí, también se daba espacio a espectáculos de boxeo y de lucha, conciertos de orquestas de cámara o espectáculos de ballet.

Las primeras empresas distribuidoras de películas también rentaban el espacio para proyectar cine y fue tanto el gusto que despertó entre la gente que, poco a poco, este y el resto de teatros fueron perdiendo su carácter original hasta convertirse en cines.

Según el historiador Héctor Sermeño, en 1922 se construyó la primera sala de cine como tal y fue bautizada como Cine Mundial.

Allí se estrenó, en 1927, “Águilas Civilizadas”, la película salvadoreña más importante de la etapa muda.

Su aceptación fue tal que empezaron a surgir pequeñas salas en casi todos los departamentos del país.

Según investigaciones del licenciado Sermeño, llegó un momento en que en todo pueblo y municipio de El Salvador había una sala de cine.

El cine fue convirtiéndose en un entretenimiento para todos aunque, según Sermeño, había separación de clases a la hora de exhibir las películas.

Algunas salas, en especial las que comenzaron como teatros, siempre tuvieron palcos privados con butacas de terciopelo y balcones de lujo, que eran para las clases altas; había, además, graderías de madera en la zona inferior, para la gente con menos recursos.

“Existía un sector popular: la galera, y la norma era que entraba todo el público y cinco minutos antes de que empezara la función, la luz se apagaba y se abría la puerta para dejar entrar a las prostitutas…

A ellas se les permitía ir al teatro – o al cine- pero no de manera pública…, la función tenía entre tres y cuatro precios distintos”, cuenta Sermeño.

Los cine-teatros de la época contaban con cafetería, baños y todas las comodidades de hoy en día, la diferencia radicaba en que eran salas gigantescas de mil, dos mil y hasta cuatro mil butacas.

Lo que se proyectaba venía de Hollywood y, a partir de los años 30, el cine mexicano entró en gran escala y también las producciones argentinas.

La razón es que en esa época, el 80 % de la población era analfabeta y las películas venían doblabas al español, algo que aprovecharon las industrias latinas, ya que la gente, en su mayoría, no podía leer y por eso las prefería.

La Época de Oro

El expresidente general Maximiliano Hernández Martínez fue un apasionado del cine y solía decir que “era un invento maravilloso”.

Él veía, solo, varias películas a la vez y luego pedía que cortaran aquellas escenas que consideraba dañinas para los ciudadanos.

Tanto le gustó, que el 9 de julio de 1936 y por Decreto de la Asamblea Nacional Legislativa, creó el Circuito de Teatros Nacionales, destinado a la diversión del pueblo.

También lo usó para llevar fondos a las arcas de la Junta Central de Beneficencia. El dinero de la taquilla lo destinó a la manutención de asilos, hospitales y orfanatorios.

Este circuito llegó a poseer casi 50 salas que, además de divertir a la gente, mantenía importantes proyectos del Estado.

Según una tesis de graduación de la Universidad Francisco Gavidia presentada por Alejandro Alfaro y otros, “por orden del Estado, el circuito de Teatros Nacionales construyó en las ciudades más importantes del país edificaciones para espectáculos con el concepto de cine teatro, esto implicaba la existencia de un escenario y una pequeña tramoya… además de una cabina para la proyección de películas y una pared en el fondo, el área de butacas y un espacio… para utilería y camerinos…”, cita la tesis.

Por la parte privada, en 1954 surgió Teatros Nacionales de El Salvador, integrado por varias familias que también eran propietarias de numerosas salas de cine.

Según el estudio “La producción cinematográfica, las salas de cine y las agencias internacionales de noticias en El Salvador, de Henry Flores y otros, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, “…Poco a poco se fueron formando tres cadenas , las que empezaron a dominar el mercado del entretenimiento.

Una era del Estado… La segunda… se formó con la participación de varios inversionistas, liderados por Luis Poma y se llamó Teatros de El Salvador S.A.”.

“El cine insignia de Luis Poma era el Caribe, era de lujo. Él tenía varios cines en lugares que, en ese momento, eran estratégicos para la ciudad, por ejemplo El Avenida. Este quedaba sobre un paseo que, en ese tiempo, era muy bonito. Tenían el cine Central, el México; eran cines que en su tiempo fueron grandes y famosos”, cuenta el ingeniero Francisco Urdampilleta, propietario del cine Majestic y otros.

La otra cadena era la Viéytez, cuya estrella fue el Variedades (después Viéytez) y donde hoy funciona una empresa que vende productos médicos. Ellos eran dueños de los cines Colonial y España, que luego vendieron.

A finales de los 50 empezó la cadena Urdampilleta, llamada “el cuarto circuito”. La sala cine símbolo de ellos fue el Gran Majestic, que sigue siendo importante para el ingeniero Francisco Urdampilleta, hijo del fundador de la cadena.

Su padre- del mismo nombre- comenzó con el negocio de los cines en Santa Ana allá por los años 50, donde construyeron dos salas: el Novedades y el Colón.

De ahí se asoció con otros empresarios y edificó en San Salvador el Modelo, en el barrio del mismo nombre y El Barrios en San Miguel.

Más tarde construyeron el cine Majestic y, en el año 70, el Universal. La cadena llegó a poseer 31 salas en todo el territorio.

“Nosotros tuvimos varios (cines) importantes, …Los cines del centro daban funciones hasta altas horas de la noche, la gente asistía mucho a ver películas de acción, eran los tiempos de los vaqueros, los tiempos del kung fu, de Bruce Lee, de Jackie Chang…”, cuenta el empresario.

A finales de los 70, San Salvador llegó a tener 42 salas de cine, y en todo el país sumaban casi 100, porque había seis en Santa Ana, cinco en San Miguel, dos en Chalchuapa, dos en Ahuachapán y dos en casi todas las cabeceras.

En esa época muchas de las nuevas salas mantenían un escenario que servía para proyectar también grandes espectáculos.

Cines como el Libertad y el Apolo recibieron artistas de la talla de Pedro Infante, Germán Valdés (Tintán) y Adalberto Martínez (Resortes).

Uno de los teatros que más se usó para este tipo de actividades fue el Libertad, que tenía el escenario más grande de la época. Según Sermeño, era el más grande cine-teatro de Centroamérica, con cuatro mil butacas.

Entre 1970 y 1980 inauguraron el Presidente, el Zacamil en la capital, y el Mar en Acajutla. Además de varios del Centro Histórico que hoy están abandonados. (Ver nota de mañana).

Ya para 1980 había varios más, hasta se construyó un autocinema en el terreno de la antigua Plaza Alegre (en la Escalón). Todas las salas llegaron a vender en conjunto más de tres millones y medio de entradas al año.

Según don Santos Calderón- quien ha trabajado 47 años en la industria- en un buen fin de semana se llegaban a sentar hasta mil personas en una sola función.

La época de Semana Santa, cuenta, era la más esperada, y las películas como “Ben Hur ” y ” Los 10 Mandamientos” eran las más solicitadas.

Cuando los cines gozaban de esplendor, cada barrio tenía hasta tres para que los miles de capitalinos pudieran disfrutar de las mejores películas de época. En el interior, cada cabecera departamental también poseía su propia sala.

Han pasado 91 años desde que se inauguró la primera sala de cine en el gran San Salvador, el Mundial, que se construyó justo en el corazón del Centro Histórico.

Si bien hay grandes cadenas de cine en los principales centros comerciales, de las más de 80 salas existentes en la época de oro, solo sobreviven cuatro. El resto, en su mayoría, es edificio abandonado que se ha convertido en refugio de delincuentes e indigentes.