Familia abandona vivienda en San Martín tras muerte de hijos

Llevaban más de 40 años de residir en la colonia

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Los hermanos Manuel y Darwin Carpio Ramírez fueron asesinados la mañana del 7 de enero pasado en el cantón El Paraíso, en San Pedro Perulapán, Cuscatlán. Ambos trabajaban como motorista y cobrador, respectivamente, de la Ruta 140.

Por sucesos@eldiariodehoy.com

2014-01-16 7:50:00

Darwin Franklin era el hermano menor de los cinco hermanos Carpio Ramírez. Él y su hermano, entre ellos Manuel de Jesús, fueron asesinados por pandilleros el pasado 7 de enero, cuando se ganaban la vida como cobrador y motorista de la Ruta 140.

Desde pequeño, Darwin se congregaba en un templo evangélico: de hecho, realizó sus estudios de educación básica en un colegio evangélico privado, en la localidad donde residía junto a su familia, en San Martín.

Amigos que le conocieron lo recuerdan como un joven amigable y reservado, con muchas expectativas en la vida; la principal, sacar adelante a su familia, ya que se había casado y, junto a su esposa, vivía en casa de su padre, misma que lo vio nacer y crecer, en la colonia Delicias.

Manuel, por su parte, residía en Suchitoto, en el departamento de Cuscatlán, junto a su pareja, con quien procreó tres niñas, a las que los mareros dejaron en la orfandad.

Hace algunos años, Manuel había roto su primer matrimonio, pero producto de esa fallida unión se convirtió en padre de un joven que hasta lo había hecho abuelo.

Quienes recuerdan a Manuel destacan su responsabilidad como padre pues, recalcaron, el fracaso de su primer matrimonio no hizo que abandonara a su suerte a su primogénito; por el contrario, mantuvo el lazo de familia y siguió ayudándole económicamente y emocionalmente hasta que el joven logró coronar sus estudios de educación media y decidió formar su propio hogar.

La familia siempre fue bien unida, a pesar de que hace algunos años perdieron uno de sus pilares, su madre, quien murió de causas naturales, por lo que al padre de las víctimas no le quedó otra alternativa que convertirse en el único bastión familiar.

Sus vecinos aseguran que hizo de sus cuatro varones (entre ellos Manuel y Darwin) y una mujer, cinco personas de bien.

Como cada mañana, Manuel y Darwin se conducían ese fatal 7 de enero en un microbús de la referida ruta. Realizaban su primer viaje hacia San Salvador desde el cantón El Paraíso, situado el municipio de San Pedro Perulapán, en el departamento de Cuscatlán. Un cantón que no solían visitar y al que no se atrevían a hacer viajes, precisamente porque está inundada de pandilleros.

Según los lugareños, tanto los jóvenes como el resto de familiares siempre se congregaron en una iglesia cristiana.

El padre de los hermanos Carpio Ramírez tenía varios años de ser predicador. Por eso es que el asesinato de los hermanos Carpio Ramírez conmocionó a amigos y vecinos.

“Eran unas personas calladas y nunca se metieron en problemas, ya que su padre siempre, desde pequeños, les inculcó valores cristianos”, indicó una vecina.

A más de 10 días del doble asesinato, el padre de las víctimas decidió “huir” de su casa. El temor lo obligó a abandonar sus recuerdos de más de 40 años.

Según las conclusiones que han sacado los vecinos que conocían a los Carpio Ramírez, el padre ha recibido amenazas de pandilleros, inclusive después de haber matado a sus hijos, pues otros hermanos de las víctimas también trabajaban para la Ruta 140.

Todo lo anterior, sin embargo, son puras suposiciones. Ninguno sabe a ciencia cierta cuándo ni para dónde “huyeron”. La única certeza es que la vivienda está abandonada.

“Cuando llegamos al lugar, la casa estaba cerrada y sola, podría ser por la muerte de los hijos o por temor a represalias que hayan decidido abandonarla”, indicó otro lugareño .

De acuerdo con la Policía, el hecho ocurrió poco después de que varios sujetos se subieron a la unidad del transporte colectivo como pasajeros.

Manuel de Jesús, de 40 años, manejaba el microbús, y su hermano Darwin Franklin, de 24, se dedicaba a cobrar.

El primero llevaba ya 10 años de servicio, mientras que el segundo cerca de dos.

El cuerpo de Manuel quedó dentro de la unidad y el de Darwin a pocos metros afuera de esta; ambos presentaban múltiples impactos de bala.

Las autoridades policiales indicaron, en esa ocasión, que el principal móvil estaba ligado al cobro de la “renta” por parte de los mareros.

Investigaciones preliminares indicaron que la empresa pagaba semanalmente una cantidad no determinada de dinero a la pandilla 18, en calidad de extorsión.

El presidente de la Ruta 140, sin embargo, negó que esté siendo extorsionado o que sus empleados hayan recibido amenazas de ataques a sus unidades.

Días atrás del ataque, no obstante, Manuel había manifestado a su familia que la zona del cantón El Paraíso, donde fue asesinado, era asediada por pandillas y que por eso no hacían viajes a ese lugar.

El día del crimen, relataron familiares, Manuel le había manifestado a su esposa que iría a hacer el recorrido porque era una orden que había dado el encargado del despacho de la referida ruta.

La Policía tampoco descartó que el nuevo recorrido, desde el cantón El Paraíso hasta San Salvador, podría haber creado un descontento con la competencia (Ruta 144) y provocado el crimen.