Averigüen del pasado de los que quieren el poder

Lo importante no son los conocimientos concretos sino las ideas que pueda tener un candidato sobre la problemática del país, respecto al quehacer económico, alrededor del crimen organizado y la violencia

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La Ruta 115 suspendió ayer sus viajes, debido a las amenazas de los pandilleros. Foto EDH

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2014-01-09 6:00:00

Hay que tomar con una medida de humor las cortas entrevistas a los candidatos que un grupo de jóvenes realizan en las redes sociales, por no contribuir mayor cosa a clarificar el turbio ambiente ni menos a perfilar lo que sería un gobierno encabezado por este o por aquel.

Lo importante no son los conocimientos concretos sino las ideas que pueda tener un candidato sobre la problemática del país, respecto al quehacer económico, alrededor del crimen organizado y la violencia, al igual que conocer lo que este o aquel piensan respecto al Orden de Derecho, las libertades públicas, la convivencia, las instituciones y la misma democracia.

Pero la guía más segura para predecir, dentro de lo que es la indefinición humana, lo que hará un individuo al llegar al poder, es averiguar sobre su pasado, conocer quiénes le rodean, examinar lo que ha dicho, escrito, apoyado, combatido o ignorado.

En vez de hacer preguntas al estilo de los concursos televisivos, las que no tienen nada que ver con la vida del que participa, lo importante es confrontar a cada uno de los candidatos sobre sus posiciones políticas, sobre lo que dijo o no dijo, lo que fue su conducta, las que son o fueron sus alianzas.

A eso se agrega una realidad tremenda por la que pasa el país: la profunda división que existe entre los que ahora detentan el poder y lo que fue la República y sus instituciones, o lo que es el común de la gente.

El país puede dividirse entre los que odian y que movidos por ese odio pueden caer en la peor violencia y los más repugnantes excesos, y los que pueden tener malquerencias, antipatías, fobias o pasiones, pero nunca odios generalizados, como es el odio de los sunitas musulmanes contra los shiitas, o de los hutus contra los tutsis, lo que llevó a espantosas carnicerías.

Ya se sabe quien provocaría un éxodo masivo de salvadoreños

Hay un ejemplo relativamente suave para estos tiempos, de la diferencia entre actitudes confrontativas y posturas conciliatorias: al asumir sus funciones el nuevo alcalde de Nueva York, De Blasio, su discurso fue divisivo, de antagonizar, de separar lo que “somos nosotros” y lo que “son ellos”.

A diferencia con los dos previos alcaldes, Giuliani y Bloomberg, que se esforzaron por armonizar posiciones pues la ciudad es muy compleja para sostener antagonismos, De Blasio entra “con la espada desenvainada” echando a unos contra otros y, en la práctica diciendo, a lo Robin Hood, que va a quitar a los ricos para ayudar a los pobres, una política que ya llevó al desastre a la mayoría de países europeos.

Si Quijano y ARENA llegan al poder o si Saca logra salir de la cuneta en que se encuentra, nadie se sentirá perseguido y la vida seguirá normal, pero no se requieren grandes dotes de profeta para saber que si llega el “Profe” con su pasado de violencia y odio de clases, el país con toda seguridad se desbarata.

Y se desbarata porque una cosa es la utopía de la igualdad y otra la realidad de lo que son regímenes totalitarios. Y si hay un partido totalitario en sus estructuras, “verticalista”, pues no se admiten mandos paralelos como lo averiguó en su momento Roque Dalton, es precisamente el del “Profe…”