El fin del imperialismo que nunca fue

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Los empleados de todas las instituciones públicas están obligados a laborar normalmente hoy. Foto edh / Jorge reyes

Por Por Carlos Mayora Re*

2013-12-06 6:05:00

En las “Líneas de Desarrollo del Plan de Desarrollo Económico y Social 2007-2013” de la República Bolivariana de Venezuela, en la sección que dedica a geopolítica estratégica, decía literalmente que se propone: “Fortalecer los movimientos alternativos en Centroamérica y México en la búsqueda del desprendimiento del poder imperial”.

El documento estaba fechado en Caracas, en septiembre de 2007, y firmado por el “Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías”. Se dividía en siete grandes secciones: 1. La Nueva Ética Socialista, 2. La Suprema Felicidad Social, 3. Democracia Protagónica y Revolucionaria, 4. Modelo Productivo Socialista, 5. Nueva Geopolítica Nacional, 6. Venezuela, Potencia Energética, y 7. Nueva Geopolítica Internacional.

Estuvo disponible en Internet en la página web del “Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información” de Venezuela. La cita que hace poco más de cinco años entresaqué, está en la página 48 del Plan, en el literal iv de la sección VII-1, titulada “Nueva geopolítica internacional”, y bajo el subtítulo “Áreas de interés geoestratégicas”. Esta semana intenté buscarla de nuevo, pero el documento ya no está en línea.

Sin embargo, todo parece indicar que si bien las intenciones de desbaratar la influencia del “imperio” en América Latina permanecen intactas, poco a poco Maduro se va quedando sin el combustible que alimenta la maquinaria impulsadora de la lucha contra su demonio particular: el barril sin fondo de su mala administración lo está dejando sin dinero.

La sensible baja de la producción petrolera, junto con el descenso del precio del crudo, más la ineficiencia productiva y administrativa que padece el Estado en Venezuela están haciendo del sueño de Chávez (la expansión continental del socialismo del Siglo XXI), la pesadilla de Maduro.

Algunos datos: Guatemala se retiró de Petrocaribe hace menos de un mes debido a que Venezuela no cumplió con las tasas de financiamiento prometidas. Brasil y Colombia tienen a Maduro entre la espada y la pared, reclamándole pagos pendientes de alimentos que en su momento vendieron a Venezuela. Nicaragua ya ha anunciado que debido a la drástica reducción en los seiscientos millones de dólares que recibía anualmente de Caracas, a partir del próximo año Ortega se hará cargo de pagar los treinta dólares mensuales que muchas familias pobres reciben como ayuda subsidiaria. También en Nicaragua el “Supremo Sueño de Bolívar”, la refinería de ALBANISA, detuvo su incipiente construcción debido a que Venezuela no ha dado su aporte económico a la misma.

Todo provocado por un descenso del 27% en su reserva de divisas, emparejado con una disminución de la disponibilidad de préstamos internacionales (que no los de inversionistas chinos), y una menor participación de socios comerciales foráneos, que no aceptan recibir bonos emitidos por PDVSA como pago por sus productos. Sin profundizar en los préstamos que, por más de cuarenta mil millones de dólares, China ha ido concediendo a Venezuela, y que la convierten en más que un socio, a la hora de las decisiones de política petrolera.

Con una inflación del cincuenta y cuatro por ciento, una terrible escasez de productos básicos, apagones eléctricos de gran escala, y con el secreto a voces de otra devaluación del Bolívar después de las elecciones de mañana, la atención del gobierno venezolano termina por estar acaparada por lo doméstico e imposibilitada de mirar puertas afuera.

Todo sumado, los planes expansionistas de su ideología, el discurso anti imperialista y la grandeza bolivariana, así como el fortalecimiento de los movimientos alternativos en Centroamérica, van a tener que seguir esperando una época de vacas gordas porque, hoy día, parece que las pocas vacas flacas que quedaban en Venezuela están a punto de ser sacrificadas en aras de la Suprema Felicidad Social.

*Columnista de El Diario de Hoy.

carlos@mayora.org