La Navidad de los desamparados

El Comedor Mamá Margarita preparó una cena especial para más de 100 ancianos

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La mayoría de quienes acuden al Comedor Mamá Margarita duermen en el dormitorio público municipal. Fotos EDH / Lissette Monterrosa

Por Tania Urías comunidadesl@eldiariodehoy.com

2013-12-26 7:00:00

“Comimos pollo y hasta una colcha nos dieron de regalo”, cuenta emocionado don Alfredo Minero, un anciano de 86 años que acude puntual al Comedor Mamá Margarita para recibir sus alimentos. Él se refiere al almuerzo de Navidad que recibieron el día 24, por parte de personas altruistas.

El menú fue distinto al habitual, y don Alfredo lo sabe bien, lleva ocho años llegando al comedor para recibir su desayuno y su almuerzo diario.

De oficio pintor y también molinero, no sabe explicar cómo fue que perdió su casa y terminó viviendo en la calle.

Sus ojos se llenan de lágrimas al recordar a sus dos hijos, de los que no tiene noticia alguna, pero asegura que por lo menos posee un sitio cálido donde comer y sentirse menos solo en esta temporada.

Con él hay unas 120 personas más que visitan también el comedor.

Inaugurado hace 26 años por la comunidad salesiana, brinda dos tiempos de comida a ancianos entre los 55 y los 104 años, la mayoría indigentes y mendigos que no tienen tampoco un lugar donde dormir y utilizan el dormitorio público municipal, ubicado a unas cuadras.

Fue el párroco de Don Rúa, Óscar Rodríguez Blanco, quien junto a un grupo de personas altruistas ideó la construcción de este comedor que abre los 365 días del año y que siempre tiene un plato de comida caliente para los desamparados de la capital.

Todos los días, un grupo de cocineras junto a voluntarios de la comunidad salesiana entregan alimentos a personas desamparadas en el comedor, cuyo nombre es en honor a Margarita Occhiena, madre de Don Bosco.

Para mantener funcionando esta obra se valen de personas altruistas que donan cereales, pan, café, frutas, verduras y otros alimentos que permiten que a los abuelitos no les falte su comida, explicó don Alonso Peña, uno de los encargados.

Durante diciembre, dice don Alonso, tienen un poco de suerte, porque varios católicos se acercan a donar platillos especiales y regalos que son repartidos a los ancianos.

“Hace unos días comimos pastel y a mí me regalaron este vestido que me ando estrenando” , contó orgullosa doña Nidia Pacheco, una anciana de 80 años que permanece el día entero a las puertas de la iglesia, suplicando unas monedas que le permitan sobrevivir.

Tuvo cuatro hijos, cuenta, pero todos fallecieron, así que ella, como otros de sus compañeros de mesa, se las arreglan como pueden para subsistir.

Ella fue vendedora mayorista de huevos, pero hoy sus piernas están cansadas y su vista débil, no puede más que apelar al corazón de la gente para recoger el dinero suficiente para pagar la pequeña “champa” donde vive.

La Navidad o el fin de año, dice, no son tan tristes para ella, lleva 20 años acudiendo al comedor y siempre hay una mano amiga que les lleva una sorpresa, ya sea un menú especial, un regalo o hasta música.

Todavía hace falta la cena de fin de año, así que puede colaborar con el comedor llamando a los teléfonos 2526-9700 y 2526-9748 y preparar una sorpresa para ellos.

Más que un refugio

Las bajas temperaturas de los últimos días han sido menos duras para las casi 60 personas que se refugian en el dormitorio público que hace casi un año habilitó la alcaldía municipal.

Ubicado en la avenida España y la 27a. Calle Poniente, ofrece un lugar para dormir.

Quienes ahí pasan la noche son en su mayoría indigentes que en el día se alimentan en el Comedor Mamá Margarita y por la noche van al refugio, donde también han sido agasajados en estos días.

El lunes recibieron su primer menú de Navidad, un emparedado, un fresco y una porción de pastel. El 25, la administración del dormitorio también preparó una cena especial.

Los residentes de este sitio son en su mayoría ancianos enfermos que están alejados de sus seres queridos, por eso agradecen el contar con un pequeño detalle en esta época.

“A veces agarramos doble regalo, aquí en el comedor y allá en el dormitorio… se pone alegre y eso le quita un poco la tristeza a uno”, expresó emocionado don Alfredo.