El sudor es parte del mecanismo de regulación de la temperatura corporal, que elimina el calor sobrante del cuerpo. Sin embargo, cuando se presenta de manera excesiva, muy por encima de los niveles requeridos para esta función, es posible que la persona esté ante un cuadro de hiperhidrosis.
De acuerdo con el doctor Salvador Cheves Gomar, “este aumento de la sudoración puede afectar todo el cuerpo, sin embargo el problema se centra en la palmas, las axilas, las plantas de los pies y el área genital”.
Esta dificultad, afirma el profesional, aparece a cualquier edad, así que de igual manera la puede padecerla un bebé o una persona mayor.
La hiperhidrosis puede ser de dos tipos: orgánica, que se divide en primaria cuando el mal viene por herencia, y secundaria cuando es ocasionada por alguna enfermedad, como problemas de tiroides o diabetes, entre otros. El segundo tipo es no orgánico y se origina en situaciones de mucho estrés o nervios.
Quienes padecen este mal ven afectada su calidad de vida, ya que al no controlar el exceso de sudor pasan por momentos de inseguridad e incluso de vergüenza. Tal es así, que muchos se ven limitados a realizar acciones simples como usar cierto tipo de ropa, bailar e incluso dar la mano al saludar.
En casos extremos, algunas personas rehuyen a cualquier tipo de actividad social.
“En el caso de un escolar que le sudan las manos, no puede agarrar el lápiz se le rompen los papeles; la maestra se enoja y el niño frustra su aprendizaje. Mientras que los adolescentes pasan vergüenzas porque de pronto presentan mal olor, lo cual afecta su interacción social”, explica el doctor Cheves G.
Lo mismo ocurre con, universitarios, ejecutivos o personas de negocios, quienes ven afectada su imagen por dicho padecimiento.
Hoy día, sin embargo es posible tratar la hiperhidrosis con algunos compuestos como el cloruro de aluminio, que se aplican una vez al día, y que bloquea los conductos excretores de las glándulas sudoríparas.
Este es el primer tratamiento recomendado por la mayoría de los especialistas, antes de recurrir a tratamientos más agresivos.
“También se ha utilizado la toxina botulínica (botox) y la iontoforesis, la cual regula el impulso nervioso que gobierna a las glándulas con el uso de corriente eléctrica”, explica el profesional.
La cirugía si bien fue uno de los primeros métodos efectivos, en la actualidad está en desuso porque es sumamente invasivo.
“Vivimos en el siglo 21 y podemos ayudarnos de otras cosas (como desodorantes y ropa adecuada). La cirugía debería quedar como último recurso, hasta cuando todo lo demás no funciona”, sugiere el doctor Cheves Gomar.