En julio de 1979 me encontraba de alta en la Brigada de Artillería, que en 1976 había sido trasladada a San Juan Opico, después de haber estado en el cuartel “El Zapote”, en San Salvador, durante casi todo el Siglo XX, y haber sido la unidad militar protagonista principal de casi todos los golpes de Estado del siglo pasado, incluyendo el fracasado golpe contra el general Fidel Sánchez Hernández en 1972.
El 19 de julio de 1979, había caído el gobierno del general Anastasio Somoza Debayle, en la órbita de los países comunistas, ante la ofensiva de los sandinistas apoyados por el Presidente Rodrigo Carazo Odio, desde Costa Rica, y otros líderes y movimientos de la izquierda comunista y socialista alrededor del mundo, con el visto bueno de la equivocada política de Derechos Humanos del Presidente Jimmy Carter, que en un error geoestratégico había también apoyado el derrocamiento de su tradicional aliado, el Sha de Irán, el 12 de febrero de 1979.
La caída de Somoza se daba en plena vigencia de la “Guerra Fría”, y Fidel Castro entusiasmado, había viajado a felicitar a sus aliados marxistas y expresó en Managua que “desayunaría en Nicaragua, almorzaría en El Salvador y cenaría en Guatemala”. “La Teoría del Dominó” parecía estar funcionando al igual que lo hizo en el Sudeste Asiático unos años atrás, después de que los Estados Unidos decidieran sacar a sus tropas de Vietnam, en marzo 1973.
Cayetano Carpio había organizado las FPL (base principal del actual FMLN), con una visión marxista adquirida durante sus años de entrenamiento y adoctrinamiento político y terrorista en Rusia, en la década de los Cincuenta. Desde 1970 se podían observar las siglas de las FPL en las paredes de edificios de las colonias Zacamil, Málaga, Monserrat, etc., y en los baños de institutos nacionales y en la Universidad Nacional, que se había convertido en refugio y guarida de delincuentes terroristas armados, que se hacían llamar revolucionarios.
Desde finales de julio de 1979, oficiales de la Fuerza Armada de El Salvador, con el grado de capitán, comenzaron a acercarse a los tenientes y subtenientes de sus respectivos cuarteles, para exponerles su preocupación por la difícil situación política en El Salvador. La situación parecía insostenible para el sistema político vigente. Se habían desarrollado algunas reuniones de capitanes y mayores con civiles, incluyendo a algunos curas con reconocido liderazgo intelectual y político, y se había acordado deponer al gobierno y crear un nuevo proyecto político nacional, que permitiera la autodeterminación del país, fortaleciera la democracia y propiciara mayor apertura política para aquellos partidos y sectores que se sintieran marginados y pudieran ser víctimas fáciles de falsas promesas marxistas al amparo de la Guerra Fría. La Constitución de El Salvador de 1962, vigente en 1979, establecía en su artículo 158: “Queda prohibida la propaganda de doctrinas anárquicas o contrarias a la democracia”.
Se elaboró “La Proclama de La Fuerza Armada”, con tres o cuatro versiones preliminares, parecidas en su contenido básico, pero se terminó adoptando el proyecto elaborado con la colaboración de los curas jesuitas y otros políticos, que se esforzaron por hacer un documento con propuestas de cambios reales al sistema de convivencia nacional, en el marco del sistema democrático que, en el fondo, eran muy parecidos a los que después de una inútil guerra de doce años dimos en llamar Acuerdos de Paz.
El golpe se dio el 15 de octubre a las ocho de la mañana, con el apoyo unánime de la F.A., sin muertos ni enfrentamientos, y La Junta Revolucionaria de Gobierno quedó integrada por dos coroneles y tres civiles; uno de la empresa privada y dos reconocidos izquierdistas entre ellos el Dr. Guillermo Ungo. Y aunque fue un golpe para derrocar al gobierno, el verdadero golpe fue al comunismo internacional, que perdió su bandera de lucha en El Salvador. La guerra se pudo haber evitado, la Izquierda llegó al poder en 1979, pero estaban comprometidos con el comunismo internacional y querían el poder total, como lo buscan en la actualidad.
*Colaborador de El Diario de Hoy.