“Jamás volverán a jugar con el sueño de los niños y de toda una nación”, afirmó hace poco menos de un siglo Kenesaw Mountain Landis. La frase suena a sentencia. Quien la pronunció, de hecho, fue un reconocido jurista estadounidense.
Las palabras de Landis, nombrado como primer comisionado de béisbol de las Grandes Ligas, en 1920, cobran vida ahora en medio de un escándalo deportivo que nada tiene que ver con el béisbol, pero que mucho atañe al deporte salvadoreño.
Desde la semana recién pasada, 22 futbolistas federados están siendo investigados en El Salvador precisamente por sospechas de haber defraudado los sueños de los niños y a la afición.
Tal escándalo se asemeja a la razón por la que el Gobierno de Estados Unidos decidió nombrar al jurista en el cargo de -primer- comisionado de Béisbol de las Grandes Ligas.
Un año antes de ese nombramiento, la afición estadounidense lloró una de las más grandes derrotas: sufrió un ataque casi mortal al que consideran su “deporte rey”, el “pasatiempo nacional”; padeció la avaricia de ocho beisbolistas miembros del Medias Blancas de Chicago.
La tragedia fue bautizada como la de los “Medias Negras”. A los ocho les prometieron 100 mil dólares a cambio de perder el campeonato, la Serie Mundial de 1919, según ESPN.
Eddie Cicotte, Claude “Lefty” Williams, Oscar “Happy” Felsh, George “Buck” Weaver, Charles ‘Swede’ Risberg, Fred McMullin y “Descalzo” Joe Jackson fueron los acusados. Todos inducidos por el primera base Arnold Gandil, amigo personal del apostador Joseph ‘Sport’ Sullivan.
Según varias fuentes históricas, Media Blancas estaba dividido en dos grupos: los educados y bien pagados y los poco o nada educados y mal pagados, estos últimos liderados por Gandil.
Avaricia, envidia o necesidad, lo cierto es que esa diferencia social repercutía en los ingresos de los jugadores, y el dueño del equipo, Charles Comiskey, se negaba rotundamente a aumentarles el sueldo.
Lo anterior desembocó en la ambición que le costó no solo la reputación al béisbol en general, sino el sueño a chicos y grandes: Gandil acordó con Sullivan que se dejarían perder ante los Rojos de Cincinnati por los 100 mil dólares.
Sullivan contaba con la aprobación de Arnold Rothstein, el rey de los apostadores, pero un retraso en el pago acordado derivó en que los ocho jugadores decidieran ganar algunos partidos de la referida Serie, y esto, a su vez, generó una pequeña bancarrota en las apuestas.
Para el juego inaugural, el pitcher Eddie Cicotti golpeó al primer bateador de Los Rojos, la señal convenida para hacer constar que la Serie estaba vendida.
Al solo recibir 40 mil dólares, de los primeros 80 mil prometidos como primer desembolso, los Media Blancas decidieron ganar el sexto y séptimo juego, acercándose a solo un juego de Los Rojos.
La noche previa al octavo encuentro, el pitcher Claude “Lefty” Williams fue amenazado de muerte junto a su familia, y los Media Blancas se convirtieron entonces en Medias Negras: Rothstein ordenó a Sullivan que la Serie terminara en ocho juegos y eso fue justo lo que sucedió.
Las autoridades de Chicago realizaron las investigaciones pertinentes; en las portadas de los diferentes periódicos fue publicado el engaño, el fraude; Cicotti y Jackson admitieron haber recibido dinero a cambio de perder el campeonato; y Comiskey suspendió a los implicados; pero un gran jurado de Chicago no pudo encontrarlos culpables, los dejó en libertad.
Según algunos medios especularon, importantes evidencias desaparecieron de la corte de Cook County, incluyendo las confesiones de los dos jugadores, poco antes de ser leído el veredicto. Ambos se retractaron luego de sus declaraciones.
La sentencia del jurista, sin embargo, caló profundo: los ocho acusados fueron expulsados de por vida de las ligas mayores del béisbol: “Independientemente del veredicto del jurado, un jugador que arregle un partido de béisbol, un jugador que acometa o se comprometa a arreglar un partido de béisbol, un jugador que se sienta en confianza con un montón de apostadores y jugadores corruptos, donde los medios de arreglar un juego se discutan y no acuda con prontitud a denunciar a su club sobre este arreglo, nunca jugará béisbol profesional”, sentenció.