Los parques y las canchas no son lotes baldíos

Al régimen le ha agarrado sofoco al no tener obra significativa que mostrar después de cuatro años y dos meses por lo que monta, a marchas forzadas, el proyecto que con más sensatez presentó el alcalde Norman Quijano

descripción de la imagen
La alcaldía de Usulután abrió la Oficina de Información el 8 de mayo del año pasado. Foto EDH / archivo

Por

2013-07-16 6:00:00

Para terminar el Sitramss, el régimen ha dispuesto construir una terminal en el Parque Infantil —el antiguo Campo de Marte donde aterrizó Lindberg que ha sido, hasta la fecha, uno de los principales paseos de los capitalinos—, sin que le importe mucho destrozar una de las pocas áreas verdes que quedan en la ciudad.

También, se informa, van a quitarle una tajada al Parque Centenario.

A ello se suma otra barbaridad: para construir otra “ciudad mujer”, un programa demagógico que le cuesta muchos millones al país, van a usar la cancha de una colonia como si fuera un terreno baldío a disposición del régimen.

Por entender poco de lo que son las ciudades y carecer de sensibilidad respecto a las necesidades de esparcimiento que tiene la población, los del actual régimen están disponiendo de parques y canchas de colonias como si fueran terrenos suyos y no del colectivo.

Un parque y una cancha no son terrenos para construir, sino espacios que utiliza la gente y que, por tanto, se deben cuidar y proteger. Y se deben cuidar con el mismo celo que se dedica a los grandes monumentos nacionales, a parques emblemáticos como el Libertad y el Bolívar, o el Palacio Nacional y la iglesia Don Rúa.

Pero al régimen le ha agarrado sofoco al no tener obra significativa que mostrar después de cuatro años y dos meses por lo que monta, a marchas forzadas, el proyecto que con mayor sensatez, presentó el alcalde Norman Quijano, el de buses articulados como los que hay en Quito o Burdeos.

No se les quita la maña de quedarse con lo ajeno

Leales a sus mañas, los rojos se apropian de ideas e iniciativas ajenas y también caen encima de bienes que no les pertenecen, como en este caso son los parques y las canchas de la ciudad.

Las canchas no están en las colonias “por casualidad”, como si fueran un regalo, sino que han sido pagadas por los propietarios de las viviendas de esas colonias, zonas verdes que los urbanizadores debían dejar para esparcimiento de los vecinos y que se cobran en el precio por metro cuadrado de los terrenos que se vendían y se siguen vendiendo.

Cuando Napoleón Duarte fue alcalde obligaba a los urbanizadores a dejar las zonas verdes “como pulmones de la ciudad”, que luego fueron vendidas, maña que continuó durante su nefasta presidencia al disponer de las aceras de la capital como espacios para vendedores.

Muchas familias de clase media disponen de pequeños espacios dentro de sus casas que siembran con plantas y grama y donde los niños juegan, pero eso no existe en las colonias y los barrios periféricos de San Salvador. La gente de menores ingresos, aquellas por las cuales los rojos se rasgan las vestiduras pero a las que perjudican con sus torpes políticas, sólo tienen para pasear los fines de semana parques como el Infantil, las canchas de los barrios y unas cuantas áreas verdes, como la del Salvador del Mundo, que se llena de familias los sábados y los domingos.

La ciudad está cada vez más poblada pero, por desgracia, cada vez tiene menos parques, sin contar con la barbaridad que quiere hacer el régimen con el Parque Infantil y la cancha. El gran regalo de despedida…