José Guillermo Díaz Molina, de 13 años, andaba repartiendo pan francés en una bicicleta cuando fue visto con vida por última vez, el 30 de junio pasado, en el barrio El Calvario, en San Pedro Perulapán, Cuscatlán.
Hasta ayer por la tarde sus parientes seguían sin tener indicios sobre dónde podría estar y quiénes y por qué lo plagiaron.
Sus allegados manifestaron que una enfermedad y las necesidades económicas lo obligaron a dejar la escuela este año, por lo que empezó a trabajar como vendedor de pan.
Con el poco dinero que ganaba compraba sus cosas y ayudaba a su abuela y a su hermana menor.
El día en que el jovencito desapareció, sus familiares salieron a buscarlo, pero lo único que encontraron fue abandonada su bicicleta.
Según sus parientes, sigilosamente algunas personas les dijeron que unos pandilleros de la 18 se lo habían llevado.
Aunque los familiares de José Guillermo intentaron obtener más información con los lugareños estos se negaron a decir más por temor a represalias.
Desde entonces, los Díaz han acudido a la Fiscalía General, a la Procuraduría General de la República y la Policía para que les ayuden a dar con el paradero de la víctima, pero no han tenido respuesta.
“En la Policía nos dijeron que si el caso ya estaba en la Fiscalía ahí lo resolverían, pero ya pasaron 10 días desde que se desapareció y tememos lo peor. Cuando oímos que han hallado algún muerto llamamos a los agentes para ver si no es José”, dijo ayer un allegado del muchacho.
En la hacienda Santa Clara, de San Luis Talpa, La Paz, también buscan a Jorge Alberto Villalobos, un joven que desapareció el 4 de julio cuando iba a un estadio situado en la misma localidad.
Sus amigos, quienes han difundido la noticia sobre su extravío en Facebook, presumen que fue raptado por sujetos desconocidos.
A estas desapariciones se suman las de Roberto Flores, de 14 años, y José Enrique Ruiz, de 15. La última vez que sus parientes los vieron con vida fue el viernes pasado en el caserío Las Puertas, del cantón Las Delicias, en Apopa.
La familia de Flores manifestó que él estudiaba 5º grado, pero semanas atrás dejó de ir a clases por supuestas amenazas de las pandillas que delinquen en la zona.
Por su parte, los parientes de Ruiz manifestaron que él no estudiaba y que únicamente se dedicaba a trabajar en labores de agricultura.
Temiendo que los adolescentes hayan sido asesinados, las familias de ambos pidieron a los delincuentes que les digan dónde buscarlos para darles una digna sepultura.