Casi seis meses después de haber ingresado al sistema nacional de Salud, un neurólogo certificó la muerte cerebral de Waldemar la noche del lunes. Tras ver cómo su hijo sufría las consecuencias del accidente con una pulidora eléctrica y tras lidiar con la burocracia, los padres del niño buscaban anoche “¿dónde velarlo”.
Esto, pese a que a eso de las 6:40 de la noche, el doctor Óscar Sánchez Vela, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Bloom, afirmó: “No vamos a desconectar a Waldemar”.
Añadió que los médicos no pueden autorizar ese procedimiento “hasta que se consoliden todas las manifestaciones de muerte”.
Entre la última semana de junio y la primera de julio, el niño de cuatro años luchó no solo con la falta de parte de su intestino, sino también con una neumonía y con una hemorragia intracraneal.
Personal médico que pidió reservar su identidad, explicó que el cuerpo humano puede enfrentar una patología, pero tres “ya es muy difícil”.
Ayer a las 11:30 de la mañana un mensaje todavía optimista se leía en el muro del grupo “Salvemos a Waldemar” en Facebook: “Gracias por preguntar. Nuestro bebé sigue muy mal y hay que pedir mucho por su alma y por sus papás. Diosito tiene un propósito para cada uno y lo que Walde ha logrado en todos y cada uno de nosotros a sus 4 años de edad yo nunca lo había visto antes”.
Cuestionada sobre la condición del niño, la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, dijo ayer por la mañana: “¿Qué les puedo decir? ¿Que está mal? Los médicos están haciendo lo que pueden. Pero no se puede decir que se va a trasladar ni nada, porque la situación es bastante grave”.
A las 6:30 de la noche, la ministra tenía nueva información. “El niño no ha muerto, el diagnóstico médico que se tiene es de muerte cerebral. Ya se le informó a los padres, ellos lo saben”, añadía la funcionaria y consignaba la cuenta oficial del Ministerio de Salud en Twitter @minsalud. Sánchez Vela aclaró: “La muerte cerebral es muerte”.
Al iniciar la conferencia, Rodríguez pidió:”No utilicemos estos casos como propaganda”. Luego añadió: “Desde que el niño llegó se esperaba lo peor. Ha sido objeto de atención como la hubiera tenido en cualquier sitio”.
Después agradeció al personal médico el esfuerzo realizado por Waldemar y explicó que las complicaciones de salud que tuvo el niño “impidieron que se hiciera el viaje que tenía previsto”.
El 3 de julio, la ministra de Salud dijo que se estaba en comunicación con médicos de Argentina donde se ofrecían “mejores condiciones” para el paciente. Incluso habló sobre la posibilidad de que el niño fuera trasladado en un avión ambulancia. Ayer por la mañana también descartó el traslado: “Eso es lo que se ha dicho siempre, los equipos que han estado en contacto con las personas de acá ¡no se van a llevar una persona solo para subirla al avión y que ahí se les muera!”.
Los avatares de Waldemar
Desde que ocurrió el accidente, el 17 de enero, mientras su madre lo cuidaba en el Bloom, su padre y un grupo de voluntarios se dedicaron a gestionar la ayuda económica necesaria para que el pequeño pudiera recibir un trasplante de intestino en el extranjero.
La primera posibilidad que se consideró viable fue llevar al niño al hospital Puerta de Hierro de México.
Pero las autoridades de Salud aseguraron el 3 de mayo que el trasplante no era necesario en ese momento y que resultaría “mucho más riesgoso” que esperar a que el intestino del niño creciera por sí mismo, mientras él seguía recibiendo alimentación parenteral: intravenosa, subcutánea o intramuscular.
El responsable del caso en el Bloom, el doctor Luis Enrique Meléndez Ávalos explicó entonces: “Debido a la pérdida de una porción importante del intestino, (se creyó que) lo primero que había que buscar era reponer el órgano y realizar un trasplante”.
Después de tres meses en los que se le habían hecho tres intervenciones quirúrgicas al niño y tras consultar a médicos nacionales y extranjeros, la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, dijo: “se llegó a la conclusión de que en este momento el niño no necesita un trasplante para recuperarse”.
Durante la conferencia de prensa donde se descartó la necesidad de un trasplante, Rodríguez fue acompañada por: Leonel Flores, director del ISSS; Julio Robles Ticas, director general de Hospitales y Luis Enrique Meléndez Ávalos, jefe de la división quirúrgica del hospital Bloom.
Un mes después, el 2 de junio, la ministra afirmaba: “Es posible que necesite el trasplante, el pronóstico ha cambiado en comparación a lo que teníamos antes”.
El 29 de abril, el padre de Waldemar se confió a este periódico que se sentía decepcionado de no haber recibido respuesta al pedir ayuda para su hijo ante la Secretaría de Inclusión Social.
Al día siguiente, la primera Dama, Vanda Pignato, afirmó: “Desde enero yo doy seguimiento a ese caso, aunque no me compete, como Secretaria de Inclusión Social no me compete asistir cosas ligadas a tratamiento médico, a la salud, eso compete al Ministerio de Salud”.
Tras explicar que la atención que necesitaba el niño era responsabilidad del Ministerio de Salud y acusar a este periódico de haber mentido, Pignato agregó: “El Diario de Hoy piensa que somos como los gobiernos anteriores que había caja chica para las Primeras Damas. En este gobierno no hay caja chica”.
Tres días después, la ministra de Salud decía en conferencia de persona que el trasplante no era necesario.
El grupo Salvemos a Waldemar, con más de 1400 miembros en Facebook, tuvo algo diferente que decir: “(Con Waldemar) aprendimos a no ser indiferentes ante los demás así que nunca perdamos esa enseñanza. Siempre hay algo que podemos hacer, porque Dios es quien tiene la última palabra”.
Mientras el caso de Beatriz, la joven que pidió autorización para que le practicaran un aborto, logró que varias ONG, grupos de médicos y hasta la ONU pidieran que se atendiera dicha solicitud, el caso de Waldemar no tuvo apoyos similares.
Cuando se pidió la opinión al respecto de la oficina local del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), parte de la representación de la ONU en el país, explicaron que no se pronunciaban ante casos particulares.