El caso Snowden

Comentario de la semana El punto de fondo es la necesidad de los estados de preservar la seguridad de sus habitantes en el contexto de la guerra global contra el terrorismo versus el derecho fundamental a la privacidad que tenemos los ciudadanos

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Los trabajos se hacen con personal y maquinaria del MOP y recursos de la municipalidad. Foto EDH / douglas urquilla

Por Por Eduardo Torres*

2013-07-12 7:00:00

Supe de la existencia de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) al leer un reportaje publicado en el periódico “The Washington Post”. La Guerra Fría recién terminaba y se decía en el artículo que la “ultra secreta” agencia tenía capacidad para escuchar la conversación que en su limosina llevara Mikhail Gorbachev –último líder de la desaparecida Unión Soviética– a la salida del Kremlin. Tras la caída del Muro de Berlín el uso del Internet comenzó a masificarse, dando lugar a la revolución tecnológica que vivimos, pues durante la confrontación entre súper potencias la red era conocida y limitada casi exclusivamente al ámbito militar.

Edward Snowden, el analista informático que a sus 30 años de edad trabajó para la NSA y luego pasó como contratista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), apareció ayer públicamente en uno de los aeropuertos de Moscú, para pedir asilo temporal mientras puede viajar hacia un país latinoamericano de los que le han ofrecido asilo, entre ellos Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Snowden se habría comprometido a cumplir la condición que supuestamente le puso el presidente ruso, Vladimir Putin, para concederle asilo: no dañar intereses estadounidenses mientras se encuentre en territorio ruso. Así de grueso es este tema.

Estados Unidos ha sido claro en su posición desde que hace un mes inició este caso: Edward Snowden ha violado leyes federales al denunciar en Hong Kong espionaje masivo a diversos países y a ciudadanos por parte de su gobierno, por lo que debe ser juzgado en los Estados Unidos. “Snowden está buscado por la justicia de EE.UU., que lo ha acusado de delitos muy graves, y debe regresar a este país para ser juzgado. Esta es una petición que hemos hecho a todos los estados, incluido Rusia, y que esperamos que se cumpla”, dijo ayer el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney. En realidad Snowden es una papa caliente que hasta el incidente del avión de don Evo, todos le hacían el feo.

Salió de Hong Kong más con pena que con gloria y lleva tres semanas varado en la terminal de uno de los aeropuertos de Moscú. En su aparición pública de ayer, según el periódico español “El País”, Snowden estuvo acompañado por activistas de derechos humanos con quienes barajó la tesis de tener derecho a buscar asilo; un diputado ruso argumentó que Snowden no puede ser entregado y que su situación debe ser “resuelta según la legislación internacional”.

El caso Snowden renueva el debate sobre derechos fundamentales, como el derecho a la privacidad versus la seguridad nacional en el contexto de la guerra global contra el terrorismo –la “Ley Patriota” en los Estados Unidos, problema político para el presidente Obama, pues fue aprobada en tiempos de su predecesor– e importante también le será atender la posibilidad de crisis con Rusia, con quien ha mantenido relación “de cooperación” en el esfuerzo contra el terrorismo.

Snowden asilado en Rusia será punto de inflexión entre estos dos poderosos países; Snowden en algún país latinoamericano tendría otro tipo de consecuencia, posiblemente de tipo económico.

El punto de fondo es la necesidad de los estados de preservar la seguridad de sus habitantes en el contexto de la guerra global contra el terrorismo versus el derecho fundamental a la privacidad que tenemos los ciudadanos.

*Director Editorial de EL DIARIO DE HOY.