El cuarto poder en crisis

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El cuarto poder en crisis

Por Por Marvin Galeas *

2013-07-03 6:00:00

La prensa, hablo en general, ya no es lo que era en tiempos de la guerra y en los primeros años después de firmados los Acuerdos de Paz. Salvo muy honrosas excepciones los medios de comunicación en el país parecen haber perdido el sentido crítico al poder. Esa función fiscalizadora del poder político es la que llevó a los medios a ser considerados en una sociedad libre como “el cuarto poder”, o más bien un contrapoder.

Durante la guerra, hubo medios que fueron críticos con el gobierno de turno. Hubo, también, periodistas que en la búsqueda de la noticia y de la verdad ofrendaron sus vidas. ¿Quién no recuerda los impactantes reportajes de los noticieros televisivos de don Guillermo de León?

Las impresionantes coberturas de la ofensiva de noviembre del 89 de las radios Sonora, la KL y la YSU, desde el propio lugar de los hechos, fueron de antología. Después de la guerra hubo un periodismo crítico a los gobiernos de Cristiani, Calderón Sol y Francisco Flores, sobre todo desde la prensa escrita. Y no sólo lo ejercían los medios tradicionales, sino las decenas de radios alternativas surgidas después de los Acuerdos de Paz.

Quien quiera corroborar lo que digo que se asome a las hemerotecas. Allí están las noticias y reportajes sobre hechos de corrupción o conflictos en las dependencias de gobierno. Pero durante el cuarto gobierno de ARENA, las cosas comenzaron a cambiar. Poco a poco el periodismo crítico fue perdiendo terreno. No me refiero a los columnistas, porque ese es otro tema, hablo de los periodistas.

Ya bajo el gobierno del FMLN, la función fiscalizadora del poder, salvo honrosas excepciones, como dije, prácticamente ha desaparecido. Las salas de redacción y los programas de entrevistas lucen castrados frente al poder. Las entrevistas a los funcionarios son, en su mayoría, amables espacios de relaciones públicas. Y las radios alternativas ejercen de voceras oficiosas del partido oficial.

Hay un entrevistador que es visiblemente agresivo con los voceros de la oposición, mientras que sus entrevistas a los representantes oficialistas son una especie de “alfombra roja y diga lo que quiera”. Es notoria la servil actitud del susodicho hacia el tercer candidato en contienda. No sé cómo aguanta alguien hacer una entrevista de una hora, puesto de rodillas.

Pongo ejemplos de lo mal que andamos en materia de periodismo crítico e investigativo. Ante los escandalosos hechos ocurridos en la Asamblea Legislativa, en donde la voluntad popular expresada en las urnas fue abiertamente burlada, con oscuros métodos, para cambiar la correlación de fuerzas, no hay ni un solo reportaje investigativo. Ni siquiera intentos a pesar de que las evidencias estimularían al periodismo crítico a reportajes investigativos, que sacarían a luz toda la podredumbre. “Presenten pruebas”, se limitan a decir los editores.

Alguien se imagina a los periodistas del Washington Post diciendo “presenten pruebas”, ante las denuncias iniciales sobre el caso del espionaje político conocido como “El escándalo de Watergate”. La cobertura de ese icónico caso sacudió al Ejecutivo e incluso provocó la renuncia del presidente Nixon. Eso es un contrapoder. Esa es la más elevada función de la prensa. Hablo en general.

Como el caso de Watergate, hay mucho otros en diferentes países, que han provocado la caída de los poderosos, e incluso la cárcel. No es el caso nuestro en estos días, lamentablemente. Por todos lados se escuchan rumores, se ven cosas y casas, riquezas repentinas y ¿la prensa? Ocupada cubriendo los operativos nocturnos de la Policía Nacional Civil (qué cosa más ridícula y repetitiva) o las declaraciones de algún ministro. Las entrevistas con los funcionarios se han vuelto pláticas intrascendentes. Insufribles.

Pero más allá de la tristeza que tal emasculación masiva de periodistas pueda causar, el gran problema es que cuando la prensa guarda renuncia voluntariamente a la fiscalización del poder, se abre la avenida a los más oprobiosos abusos, a la corrupción, al autoritarismo e incluso a la dictadura.

* Columnista de El Diario de Hoy.