José Revilla será recordado por su espíritu incansable

"Pepe" dedicó más de 60 años a su vocación en la obra del Opus Dei. Este reconocido ingeniero falleció el pasado 15 de junio a sus 84 años

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Una de sus cualidades era su gran sentido del humor, una alegría que contagiaba a sus amigos y colegas. En las fotos aparece con el Dr. Luis Fernández Cuervo y con otros colaboradores.

Por Georgina Vividor comunidades@eldiariodehoy.com

2013-06-23 8:00:00

Como un hombre de fe, con un carisma especial, trabajador incansable, y con un gran sentido del humor, recuerdan amigos y colegas al ingeniero José Revilla Calvo, numerario del Opus Dei, que falleció el pasado 15 de junio a sus 84 años.

“Pepe”, como era conocido por sus amistades, ha dejado marcada su huella su El Salvador. Peruano de nacimiento, pero salvadoreño de corazón, fue el artífice de múltiples obras de ingeniería en el territorio nacional, como carreteras, puentes, iglesias y colegios, entre otras.

“Era un tipo muy brillante y trabajador, tenía que frenarlo, más que exigirle. Me impresionó mucho que empleados de todos los niveles le tenían un gran respeto y aprecio”, reseñó don Roberto Simán, con quien trabajó por muchos años en la Constructora Simán.

Pepe Revilla nació en Lima, el 22 de septiembre de 1928. Estudió ingeniería civil y al terminar su carrera decidió emigrar a Estados Unidos con la idea de buscar una beca de estudios y trabajar en ese país. La ciudad de Miami fue su primer destino, donde le tocó trabajar de lavaplatos, limpiar pisos, también fue mesero y más.

Luego se trasladó a Chicago en la década de 1950. Allí conoció el trabajo del Opus Dei y pidió su admisión al centro Woodlawn Residence. Luego se fue a trabajar a México, donde estuvo por poco tiempo.

En 1954 se convirtió en el primer laico del Opus Dei que llegó a Centroamérica. Su primer destino fue Guatemala, donde, entre otras cosas, trabajó en la Dirección General de Aguas de la municipalidad y dio clases en la facultad de ingeniería de la Universidad de San Carlos. Ahí se ganó el reconocimiento de sus estudiantes por ser un maestro exigente.

En 1963 se trasladó a El Salvador y entró a trabajar a Constructora Simán a petición de don Roberto Simán, quien le insistió en repetidas ocasiones que se viniera a trabajar con él a El Salvador, hasta que lo convenció y se convirtió en el gerente de su empresa.

Don Roberto recuerda cómo era difícil detenerlo en el trabajo, y en una ocasión, cuando supervisaban las obras de construcción de los colegios La Floresta y Lamatepec, había que recorrer terrenos escabrosos en los que tenían que hacer unos drenajes, a los que él no se atrevía a pasar; sin embargo, comenta que “Pepe”, sin él darse cuenta, ya se encontraba dentro de una tubería.

Pepe Revilla llegó a convertirse en la cabeza de la empresa; pero a pesar de su puesto siempre conservó su humildad.

Don Roberto lo define como un hombre muy consciente, respetuoso, pero sobre todo se convirtió en un gran amigo.

El doctor Luis Fernández Cuervo, numerario del Opus Dei, recuerda que su sencillez, alegría y su profesionalismo fueron virtudes que siempre le caracterizaron a lo largo de su vida. “Siempre tenía detalles con la gente y cuando algo le pasaba, se refería a sus traviesos con humor llamándoles sus ‘clavitos'”, aseguró el médico de profesión.

De acuerdo con el Dr. Fernández, Pepe Revilla también fue un hombre que vivió una vida de santidad y lo demostró a través de su apego a la fe.