Tras el pulso sobre el aborto, ahora todos somos generales

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Mayén ya se integró a los entrenos con la Selección Nacional. Foto EDH/ Archivo

Por Por Mario González* *Editor subjefe de El Diario de Hoy.

2013-06-08 6:01:00

Bien dice la sabiduría popular que “después de la batalla, todos son generales”.

Ahora resulta que después del desenlace del caso Beatriz, con la muerte anunciada de su hija, todos queríamos que no abortara, que se le extrajera la criatura mediante una cesárea y que ambas sobrevivieran.

También, en este momento, nos llama la atención el drama de Waldemar, el niño de cuatro años que urge de un trasplante de intestino, pero que las autoridades casi ningunearon frente al caso de Beatriz.

Resulta que ahora sí es indispensable que el niño viaje y se piensa en España para gestionar la operación.

Además de haber puesto a prueba nuestro sistema judicial, probablemente a efecto de que se colara el aborto terapéutico en la jurisprudencia, con el resultado de que los magistrados no se prestaron a la maniobra, el caso de Beatriz sigue interpelándonos como salvadoreños.

La hija de Beatriz fue extraída mediante una cesárea y murió a las pocas horas porque no tenía cerebro, como se había anticipado. Perdonen mi desconocimiento pero, ¿por qué era necesario descuartizarla desde el vientre?

No, nadie quería aborto, nadie recurrió a los jueces ni nadie quería sorprenderlos.

Tanto que se dijo que la madre iba a morir de manera inminente si no se practicaba el aborto terapéutico “de inmediato”, pero ahora todos los que lo promovían parecen decir que no querían eso sino el procedimiento que finalmente se siguió.

La historia no termina allí. Seguirán habiendo casos como el de Beatriz y personas que busquen retomarlos para promover el aborto en cualquiera de sus formas.

La Sala de lo Constitucional, sin embargo, ha sentado jurisprudencia para estos casos: le cerró la puerta al aborto, recordó que hay tratados internacionales que reconocen los derechos del niño desde la concepción y gestación y le delegó la responsabilidad a los médicos para actuar diligentemente en estos casos.

Estos últimos respondieron aceptando el fallo, llamando al otrora “producto de la fecundación” como “hijo en gestación” y comprometiéndose a salvaguardarle la vida “hasta donde sea posible”.

Pero es importante señalar que la Sala también mandó a la Asamblea Legislativa a regular qué hacer en esos casos, pero tomando en cuenta que la Constitución garantiza la vida “desde el momento de la concepción”.

Por lo mismo, es de suma importancia el concepto de la sentencia de la Sala de lo Constitucional, específicamente pronunciado por el magistrado Florentín Meléndez y basado en tratados internacionales suscritos por El Salvador, de que los niños tienen derecho a nacer “dignamente”.

Si no hay otro caso similar que se quiera llevar a la Sala, la Asamblea será el nuevo campo de batalla entre promotores del aborto y los provida, pero también los ciudadanos debemos estar atentos, más allá de si es la cuestión del aborto, para que no se burlen o manoseen nuestras instituciones.

De la misma manera, es clave que una próxima Beatriz pueda estar libre de presiones y manipulaciones, como ocurrió en el caso precedente, según consigna la resolución de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos: “La señora B. ha manifestado ante los medios de comunicación que: “Yo quiero vivir… sí, yo quiero vivir, por mi otro hijo que tengo. Yo pienso que como este niño lastimosamente viene malo, y se va a morir, entonces deberían de sacarlo… porque mi vida corre riesgo”.

Según expuso el Instituto de Medicina Legal en su dictamen, “la examinada… se encuentra, según lo refiere ella misma, sometida a presión, ya que se la ha dicho que su vida se encuentra en riesgo de muerte si no se decide a “sacarle el niño””.

Además, se indicó que “el estado emocional de la examinada se ve afectado también por el sentimiento que existe en ella sobre la posibilidad de sufrir la consecuencia de una pena de prisión…”.

Tras esta batalla sobre el aborto que siguió un camino considerado natural, ahora es tiempo de ayudar a Waldemar y a su familia y que casos como el de él no sean subestimados y manipulados por pulsos en la frontera de la ética y la política.