Dilema en la iglesia por tregua

Documento dice que Iglesia Católica fue utilizadaInforme de American University en Washington dice que Iglesia Católica fue utilizada

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Dilema en la iglesia por tregua

Por Tomás Guevara, corresponsal en Washington

2013-06-13 8:00:00

Un estudio sobre el papel de la Iglesia Católica salvadoreña en la negociación de una tregua entre dos pandillas rivales, MS-13 y Barrio 18, llega a la conclusión de que la Iglesia fue utilizada por las autoridades de Justicia y Seguridad, con el fin de dar “legitimidad moral” a un proceso que muy difícilmente habría contado con el apoyo de la población.

Ahora y aunque formalmente se ha desligado del proceso, la jerarquía eclesiástica se encuentra en la encrucijada de darle su apoyo o rechazarlo totalmente.

El informe, titulado “La tregua de pandillas en El Salvador y la Iglesia”, fue elaborado por el analista Steven Dudley, en el primero de una serie de estudios sobre el papel de la religión ante el fenómeno de la violencia en Latinoamérica, los cuales serán realizados por la American University, en Washington, con el patrocinio de In Sight Crime.

El analista hace un balance de los actores de la tregua, los resultados de ésta y la participación de la Iglesia como institución en el proceso.

Con datos periodísticos el autor plantea que los emisarios de la administración de Mauricio Funes, que de paso estaba atascada con la escalada de homicidios a un promedio de 16 cada día, inició el plan de incluir a mediadores de alto nivel de la Iglesia para asegurar la viabilidad de la tregua entre las maras.

En el texto se describe cómo los interlocutores gubernamentales llamaron a otros obispos y prelados de alto nivel de la Iglesia salvadoreña como el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, a monseñor José Luis Escobar Alas y también a monseñor Rafael Urrutia; todos sin excepción rechazaron entrar en el plan gubernamental hasta que llegó el turno para el obispo castrense Fabio Colindres, quien es capellán de la Policía y la Fuerza Armada. De hecho, Colindres afirma que fue el general David Munguía Payés, exministro de Justicia y Seguridad, y no el exguerrillero Raúl Mijango quien lo invitó a servir de mediador en la tregua.

“La decisión de incluir a la Iglesia parecía una estratagema más que una estrategia. Para los negociadores, y posiblemente para las mismas pandillas, el enfoque no estaba en la ‘autoridad moral’ de la Iglesia para establecer un terreno firme para construir la paz, pero utilizando esa ‘autoridad moral’ para calmar a una población cínica y para convencer a un empresariado escéptico para que participasen”, asevera el informe.

La distinción entre incluir a la Iglesia como parte de una estrategia o como pieza de una estratagema es crucial, explica el informe.

“En un escenario (estrategia) la Iglesia como institución es protagonista y actor en la construcción de la paz; en otro escenario (estratagema), es una figura decorativa en pro de apoyos”, expone el informe de 27 páginas, dado a conocer en mayo.

A su juicio, si bien la participación de monseñor Colindres era a título personal, comprometía a toda la estructura eclesiástica.

También el investigador observa que las posiciones encontradas en El Salvador sobre la tregua marcan una dinámica que se refleja en la mirada internacional y de analistas que siguen de cerca el esfuerzo gubernamental por reducir la escalada de violencia, que hasta antes de la firma de los líderes de la pandillas acarreaba unos cuatro mil homicidios por año, según los registros de la Policía.

A pesar de su éxito en bajar a la mitad las cifras de homicidios y con los esfuerzos para desarrollar programas educativos, de trabajo y económicos en las siguientes fases, la tregua no es popular y la población la ve con duda.

Según sondeos, la mayoría de la gente es escéptica a la intención de los pandilleros y a las consecuencias posibles de la tregua, en particular de cómo se relacionan con el futuro político del país.

La comunidad internacional está también dividida. El Gobierno de los Estados Unidos ha expresado preocupación y ha considerado a la mara Salvatrucha, uno de los grupos suscriptores de la tregua, como una agrupación criminal internacional. Incluso ha pedido en las últimas semanas la confiscación de los bienes de seis de sus cabecillas.

Mientras la Organización de Estados Americanos (OEA) ha enviado a emisarios para facilitar “el proceso en curso”, explica el estudio.

La investigación está dividida en siete capítulos que de manera metodológica muestran la historia de la Iglesia salvadoreña, sus antecedentes en conflictos en El Salvador, la tregua misma y el papel que se le adjudicó en el proceso iniciado en marzo de 2012, en el que tras bambalinas –según reportes periodísticos– manejaba Munguía Payés.

Los intereses de las pandillas en incursionar en la vida política del país es uno de los puntos que también se consignan en este informe, que pesa como insumo para el gobierno de Estados Unidos a la hora de dar seguimiento a la negociación de las pandillas con el gobierno salvadoreño.

“Las pandillas están más interesadas en política. Ellas se han aliado con organizaciones no gubernamentales que a menudo abogan por sus demandas… Se han infiltrado en asociaciones de comunidades donde viven y posiblemente controlan la votación de los residentes. También han organizado ataques coordinados al sistema de transporte público y han amenazado con boicotear elecciones en una tentativa de influir en leyes antipandillas”, se expone en el estudio estadounidense.

Steven Dudley concluye en el informe que el complejo objeto de estudio, la tregua entre pandillas y el rol de la Iglesia, más el ramal de implicaciones que tiene en el resto del tejido social salvadoreño, deja muchas dudas en las que coinciden observadores nacionales y extranjeros sobre la viabilidad de la tregua en el largo plazo, pues es un proceso sin antecedentes para medir su alcance.

Para los críticos, “esta tregua podría generar un precedente peligroso y dar a las pandillas protagonismo político basado en la noción perversa de que más homicidios es igual a más capital político”, concluye.