Archie Baldocchi, facetas de un líder

En el décimo aniversario de su partida, se recuerda al visionario empresario salvadoreño por sus contribuciones a la construcción de la paz, por medio de la modernización y expansión de la banca, la política, la filantropía y el fomento cultural

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Archie Baldocchi vivió muchas vidas en sus 55 años. Hombre de familia. Un empresario audaz y visionario, transformó la banca en el país. Incursionó en la política y fue un dedicado filántropo. Le apasionaba la aviación y pilotaba personalmente su helicóptero y su avioneta. Practicaba deportes extrem

Por Por Jorge ??valos

2013-06-21 9:00:00

Magnetismo es una rara cualidad en una persona, pero esa es la palabra que surge con más frecuencia cuando Archie Baldocchi es recordado por sus amigos.

Empresario, atleta, político, filántropo y hombre de familia, el multifacético Baldocchi falleció el 21 de junio de 2003 a los 55 años y, pese a la brevedad de su vida, dejó un vacío profundo y una huella imborrable.

“Archie es insustituible”, dijo Ricardo Kriete, su cuñado y amigo, cuando reaccionó a la noticia de su muerte hace 10 años. Y no dudó al momento de decir que Baldocchi sería recordado porque había sido “un ser mil veces extraordinario”.

El arte del vuelo

Según Carlos Canessa, que fue amigo de toda su vida, el magnetismo de Baldocchi ya era evidente desde su niñez. Dotado de un optimismo incontenible y de un entusiasmo contagioso, Baldocchi llegó a la juventud rodeado de popularidad.

Pero ya entonces era notable su ética de trabajo. Cuando aún era un adolescente, mientras sus amigos jugaban, él estudiaba. Cuando no estudiaba, trabajaba con un tío suyo, de quien aprendió contabilidad y el manejo de los negocios. Y cuando estaba estudiando y trabajando aprendió a pilotear un avión.

Baldocchi tenía 14 años cuando ya dominaba el arte del vuelo. Si destacaba en los deportes era porque para él no eran un juego. Su sentido de competitividad en todos los aspectos de la vida fue una marca de su persona. Pero ese rasgo necesita ser matizado.

Herbert Tobar, otro amigo de toda la vida, advierte que era “competitivo pero armonioso”. Ni en los negocios ni en los deportes ni en la política, jamás vio enemigos a su alrededor. Él competía contra sí mismo. Sus batallas eran contra los desafíos a su carrera, los obstáculos a sus ambiciones o los retos a sus sueños.

Tobar cree que era la humildad lo que lo equilibraba. Tenía un apellido que lo ligaba a la alcurnia local pero su formación lo había hecho exigente consigo mismo porque creía que una persona debía ser juzgada por sus méritos, por sus logros y por el contenido de su carácter, no por su nombre.

En una ocasión, cuenta Tobar, Baldocchi no pudo comprar una mascota porque al descubrir quién era él, los vendedores duplicaron el precio de un perro que él quería.

Baldocchi se marchó del país para estudiar en los Estados Unidos y se llevó consigo esa lección. Se graduó de Ingeniería Civil en la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburg, Pensilvania, y obtuvo una maestría en la Universidad de Columbia en Nueva York.

Mientras estudiaba en el extranjero descubrió que la clave de su éxito estaba en su propia personalidad, en eso que los salvadoreños llaman “don de gente”. No podía obtener, por su propia cuenta, una mascota en El Salvador a un precio justo, pero podía formar alianzas, trabajar en equipo y liderar procesos.

Lo que él no podía hacer en el campo de los negocios debido a los malentendidos que rodeaban su apellido, lo podían hacer los que compartieran su visión. Y muy tempranamente fijó su mirada en recuperar algo que su familia creía perdido.

Ese premio, inaccesible durante la guerra por la nacionalización de la banca y la exportación, lo obtuvo en 1992 cuando fue nombrado presidente del Banco Agrícola.

Un hecho en particular es citado como el inicio de una cadena de estrategias que él impulsó en el Banco Agrícola que transformaron el sector financiero y de la banca: una drástica reducción del interés de las tarjetas de crédito de sus clientes en un momento, después de la guerra, cuando esto era considerado peligroso.

Baldocchi creía que si la banca esperaba que sus clientes confiaran en ella, entonces la banca tenía que confiar en sus clientes. Sin acceso a crédito la reconstrucción de El Salvador sería imposible, creía él. Con una mezcla de audacia y de cautela, Baldocchi inició el proceso de extender el acceso al crédito a los salvadoreños. Y esa mutua confianza contribuyó a generar un espíritu de emprendimiento.

Una paz posible

Hay una percepción de que la mayor contribución de Baldocchi a la política ocurrió con su participación en el partido ARENA en el año antes de las elecciones de 2003. En realidad, su mayor triunfo político fue de carácter diplomático, en un hecho hasta ahora desconocido por el público.

El partido ARENA llegó al poder por primera vez el 1 de junio de 1989, cuando Alfredo Cristiani se convirtió en Presidente de la República. Cinco meses después, el FMLN movilizó sus fuerzas guerrilleras a la ciudad y lanzó un masivo ataque militar.

La guerra había llegado a la ciudad y el gobierno tenía graves dificultades para mantener su credibilidad internacional. En ese momento, Baldocchi y otros empresarios se unieron y viajaron a Washington con la venia de Cristiani. Una vez allí, cabildearon hasta convencer a un grupo de políticos endurecidos por la guerra fría y muy pesimista acerca del futuro de Centroamérica de que la paz era posible en El Salvador.

Antes de la llegada de esa comisión especial, había señales de que los Estados Unidos le retiraría el apoyo al país. Baldocchi y los otros empresarios completaron su misión con un acuerdo que estableció las bases de un apoyo incondicional de la nación del norte para el proceso de paz.

El rincón mágico

De las numerosas iniciativas filantrópicas de Baldocchi, ninguna capturó tanto la imaginación del salvadoreño como el Programa de Fomento Cultural del Banco Agrícola, el cual ha publicado desde 1994 una serie de libros que impulsó la idea de que El Salvador era un “Rincón Mágico”.

Después de 12 años de guerra que llevaron al deterioro social, la negligencia ambiental y la destrucción de la infraestructura del país, proponer que vivíamos en un lugar especial parecía una idea absurda.

Pero el imbatible optimismo de Baldocchi estaba impregnado de una visión de la realidad que pocos habían tenido la oportunidad de apreciar, y con la ayuda de un fotógrafo, Baldocchi viajó por el país en su helicóptero, capturando imágenes de la belleza secreta de El Salvador.

Cuando salió el primer libro de la serie “Rincón Mágico”, los salvadoreños se encontraron con una prueba incuestionable de que el renacer de la nación era posible. Aquella colección de sus visiones de la belleza del país demostraron que su optimismo tenía una base en la realidad.