Docentes ejemplo de superación y tenacidad

La discapacidad física en sus miembros inferiores y superiores no impidió que Geovanny González fuera educador

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Geovanny González es profesor en el centro escolar Tomás Medina. Tiene diez años de ejercer como docente, siete de ellos en la referida institución educativa. Foto EDH / Mauricio Guevara

Por Mauricio Guevara comunidades@eldiariodehoy.com

2013-06-20 7:00:00

SANTA ANA. La celebración del Día del Maestro en las diferentes instituciones será hoy; pues, el 22 será sábado.

Sin embargo, para muchos docentes el mejor regalo recibido es poder colaborar en el enriquecimiento académico de niños y jóvenes.

A pesar de que la tarea de todos los docentes es loable, existen algunos que se destacan por tener a diario que enfrentar situaciones difíciles en el ejercicio de su profesión.

Entre ellos está Geovanny Alexander González Miranda, quien a pesar de padecer una distrofia muscular (enfermedad que ataca tendones y músculos superiores e inferiores), desde los 13 años, eso no le impidió cumplir su sueño de convertirse en educador.

Desde el diagnóstico médico y la posibilidad de quedar postrado a una silla de ruedas, su familia se encargó de buscar la asistencia médica adecuada y las terapias físicas que se requerían.

Paralelamente a su lucha por mejorar la condición física, el joven comenzó a dedicarse de lleno a sus estudios universitarios hasta alcanzar el título de profesorado en una universidad privada.

Actualmente, cuenta con diez años de ejercer la docencia, siete de ellos en el centro escolar Tomás Medina, de Santa Ana.

“Yo doy clases de inglés, ciencias y sociales. Con esto cubro las horas de trabajo que me exigían”, dice el docente.

Aunado a la distrofia muscular que le detectaron, hace siete años también le diagnosticaron diabetes mellitus, una enfermedad que le aqueja hasta el día de hoy.

A pesar de sus padecimientos considera que ser docente es uno de las mayores bendiciones que le han ocurrido en su vida. “Me mantengo con dietas y medicamentos a diario. Dios nos da la fuerza para ir a trabajar, algunas veces incluso con indisposición física”, manifiesta Miranda.

En algunas ocasiones sus alumnos se ofrecen para ayudarle a cargar su maletín y objetos pesados. “Ellos ven la dificultad que tengo y gracias a Dios tenemos una relación cordial con los estudiantes” , explica.

Otro ejemplo

La profesora del Kínder Nacional de Santa Ana, Marta Patricia Díaz, desde hace dos años ha tenido que enfrentar un importante reto.

Con la puesta en marcha del programa de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno, en su salón de clases ahora cuenta con la presencia de un estudiante discapacitado.

Pese a sus 21 años de experiencia como educadora, esto ha significado para ella una mayor responsabilidad.

“El niño tiene problemas de motricidad en sus miembros inferiores y superiores, como no es nuestra especialidad, es algo muy difícil”, manifiesta la educadora.

Poco a poco, la profesora ha ido comprendiendo el sistema de trabajo con estudiantes discapacitados. Asegura que cada uno requiere de atenciones especiales, sin que éstos se den cuenta.

“El trato siempre lo hago por igual para que el niño no sienta la diferencia. La mamá me sirve como una madre tutora, el trabajo de uno es platicar con los compañeros para que ellos lo integren en los juegos”, afirma Díaz.

Con el paso de los meses, la maestra ha entablado una relación estrecha con la familia, médicos, psicólogos y terapistas del niño, con el objetivo de que el pequeño se supere.

Pero esta maestra no siempre ha desempeñado la docencia a nivel de parvularia, durante nueve años fue maestra de tercer ciclo en otro centro educativo.

Para ella trabajar con niños de edad promedio de seis años fue un cambio drástico en su carrera.

Sin embargo, asegura que logró adaptarse y ahora se encuentra enfrentando una nueva etapa profesional.