Héroes bajo sospecha

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elsalvador.com

Por Por Marvin Galeas *

2013-06-05 8:00:00

El último libro de Geovani Galeas, “Héroes bajo sospecha”, no es un libro testimonial más sobre la guerra. Se trata de una vibrante crónica sobre el surgimiento, vida y pasión de una de las organizaciones guerrilleras más controvertidas y audaces en la siempre turbulenta historia de América Latina.

Las acciones que a principios de la década de los Setenta realizaron aquellos jóvenes, casi todos menores de 25 años, y las decisiones que tomaron, marcaron en gran medida el rumbo de los acontecimientos que posteriormente sacudieron al país. Lejos estaban esos muchachos de parecerse a los santos, los cuales según el poeta nicaragüense Leonel Rugamas deberían asemejarse los guerrilleros.

Las historias sobre las guerrillas casi siempre son manipuladas, dependiendo de las filias ideológicas del autor. Casi siempre, digo. El nutrido grupo de escritores apologistas de la revolución marxista, pintarán héroes sobrehumanos capaces de resistir los peores sufrimientos y de llevar a cabo las acciones militares más asombrosas. Los autores anticomunistas, describirán a sujetos peludos, andrajosos, crueles, fanáticos. Viles agentes de la conspiración comunista mundial.

Geovani se aparta de ese facilismo y se coloca en un punto que siempre está navegando entre el cariño y el distanciamiento crítico. Entre el conocimiento de primera mano y la rigurosa investigación. Son múltiples y valiosas las fuentes. Fueron consultados, se nota, en muchos casos los victimarios y las víctimas, además de comunicados, periódicos, libros. El resultado es una tensa crónica que va más allá del relato de la acción para adentrarse en no pocas veces en la psicología de los protagonistas.

Arranca la crónica con el secuestro del joven empresario Ernesto Regalado Dueñas por parte de una organización sin nombre conocida únicamente como El Grupo. Es la primera acción guerrillera en el país. El desenlace de la operación es la trágica muerte del secuestrado. En la trama se mezcla el pleito que se tenía el entonces presidente de la República, el general Fidel Sánchez Hernández con el mítico general José Alberto Medrano.

Y aquí uno descubre que el bravo y anticomunista general, el hombre fuerte de la benemérita Guardia Nacional, andaba descalabrado por el amor a una rubia adinerada, que fumaba marihuana, le gustaba la poesía y la pintura y que a su vez era amiga de varios de los que estaban fundando la guerrilla. Y el presidente sospecha que aquel hombrón de ojos azules y gesto fiero tiene que ver en el secuestro.

Uno no acaba de descifrar a personajes como Alejandro Rivas Mira, el hombre de los lentes de miope con gruesos aros de carey. Por momento parece un audaz y visionario joven cuyo compromiso revolucionario y determinación, lo convertirán tarde o temprano en el comandante en jefe de la revolución salvadoreña. Y por momentos parece un intrigante y frío sujeto, tiburón sediento de sangre y poder, capaz de mandar a matar a su propia madre si fuera necesario para lograr sus objetivos.

La historia de Lil Milagro resulta especialmente conmovedora. Refleja el espíritu de aquellos tiempos. Una joven, casi adolescente, buena estudiante, hija de dos profesionales, profundamente preocupada por la situación del país. Sus reflexiones juveniles las expone en una serie de cartas a su padre. Su decisión de pasar a la clandestinidad no es una aventura. Ella la toma como quien decide de todos modos morir crucificado. Y muere.

Allí, en la crónica, está Roque Dalton completamente desmitificado. No porque así lo quiera el autor, sino por la forma en que lo retratan sus contemporáneos. Pero es el Roque más humano que he conocido. Con sus miedos, sus dudas, sus amores, su entereza. Más que poeta, de conducta poética. Y por eso duele más su injusto asesinato.

El drama de jóvenes como Joaquín Villalobos, cuyo pasado parece que nunca pasa, y sus audaces compañeros que quisieron enderezar entuertos, está contextualizado, por las circunstancias de un país en donde el paisaje no parece estar completo si le falta sangre. Héroes bajo sospecha, es un retrato de aquella Patria, que de tanto en tanto parece regresar pero con los papeles de los protagonistas cambiados. Un brillante ejercicio de la crónica periodística. Definitivamente el mejor libro de Geovani hasta ahora.

* Columnista de El Diario de Hoy. marvingaleasp@hotmail.com