“Danos 2 mil dólares y no le haremos daño a tu familia”

Una víctima de extorsión reveló con detalles el calvario que vivió tras una extorsión que le realizaron pandilleros. La Policía logró la detención de la estructura, y la Fiscalía obtuvo la condena a 22 años de cárcel para todos

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En el occidente del país, hace varios meses se detuvo por delitos a empleados de instituciones financieras. Foto EDH / Archivo

Por ??scar Iraheta Twitter: @oscar_iraheta

2013-06-01 7:00:00

A las 11:00 de la mañana del 20 de octubre de 2012 el extorsionista habló por teléfono primero con la mamá de la víctima para sacarle información. No lo logró. La conversación quedó grabada y tras escuchar la voz del delincuente varias veces, Pedro (nombre ficticio) supo que no era ningún amigo o conocido.

A las 7:00 de la noche, mientras la víctima cenaba con su familia, volvió a sonar el teléfono. Era el extorsionista. Pedro contestó el teléfono y desde ese momento comenzó el calvario para el hombre oriundo de la zona norte de San Salvador.

Después de tres tonos en el teléfono, Pedro contestó. “Hey mirá loco, la idea de nosotros no es joderte sino que necesitamos apoyo en estos momentos”. Pedro dice que percibió que el teléfono fue arrebatado por otro sujeto quien le llamó con su verdadero nombre y expresó: “Te conocemos y sabemos lo que hacés y sabemos dónde trabajas. Tú mamá está todos los días en la casa y sabemos cuantos hijos tenés. Necesitamos que nos des 2 mil dólares para el otro sábado. No te vamos a joder más. Pagá y no te pasará nada”, le dijo en la llamada.

“Queremos el billete en denominaciones de 20 dólares en una bolsa plástica y no le avises a los perros policías, sino te vamos a matar”. Pedro no durmió toda la noche. No le confesó a su familia lo que pasaba para que no sintieran miedo.

El lunes el extorsionista volvió a llamar. El delincuente ya tenía diseñada la forma del pago del chantaje.

“Poné atención. El próximo sábado llegará cerca de tu casa un carro. Te acercás al vehículo y le entregás el dinero a los batos que estén adentro del carro”, dijo el extorsionista.

Media hora después el sujeto volvió a llamar y le expresó: “Nos vas a entregar el dinero de otra forma. Salí a correr a las 5:00 de la mañana y en una zona que te vamos a decir dejás el paquete de dinero”.

Conexiones con empleados de un banco

Una hora después, habló de nuevo el mismo delincuente. “No mirá, mejor te vamos a dar un número de cuenta de un banco. Cuando llegués al banco el vigilante ya sabrá a lo que vas y él te dirá con cuál cajera vas a pasar para darle el dinero”.

La víctima relató que los sujetos le dieron el nombre de la empleada del banco y el número de cuenta.

Ese mismo día Pedro llamó a la Policía y puso la denuncia, le prometieron indagar el caso y asignaron el caso a dos investigadores.

Al día siguiente cayó otra llamada. Pedro les respondió: “No tengo el dinero completo”. ¿Cuánto tenés?”, preguntó el extorsionista. “Mil dólares”, dijo la víctima.

“No. Necesitamos como mínimo 1,500 dólares el sábado. No se te olviden las instrucciones”, finalizó el chantajista.

Al día siguiente, el sujeto volvió a llamar. Pedro se sorprendió, ya que tres sujetos estaban conectados a la misma llamada (conferencia). “Hey loco, no te vayas a pelar, te damos hasta el sábado para que pongas el billete”.

Todas las llamadas estaban intervenidas por la Policía. El jueves de esa misma semana tuvo comunicación con el investigador, quien le aseguró que las llamadas proveían del penal de Chalatenango, desde San Salvador, de la colonia Zacamil y otras de Apopa.

Desde ahí comenzó el intercambio de información de parte de la víctima con los investigadores.

Pedro acordó dar el dinero, no sin antes estar de acuerdo con los detectives para realizar un operativo y detener a los sujetos. Además la Policía tenía otros procesos judicializados de la misma banda.

Según los investigadores, al parecer los mareros habían obtenido los números de la víctima tras robarle el celular a un pariente meses atrás.

El día de la entrega del dinero llegó. Pedro acordó con los sujetos entregar el dinero en un restaurante del centro de San Salvador.

Estando en el lugar llegaron dos sujetos. Uno se dirigió a la cajera y el otro a Pedro. Se sentó junto a él y le dijo: “¿Traés el dinero verdad perro? Dámelo loco y esto se acabó”.

Pedro lo entregó y salió corriendo del lugar abordo de un taxi. Sólo los primeros cuatro billetes eran reales. Los demás recortes de periódico.

El celular de Pedro quedó en manos de los investigadores y lo grave fue que la Policía no pudo detener a los sujetos. Huyeron en un carro que los estaba esperando. La Policía ofreció protección a Pedro y su familia. La investigación siguió y en semanas los detectives localizaron a la cajera y por medio de ella, detuvieron a los sujetos que habían extorsionado a Pedro. Todos eran conocidos y fueron condenados a 22 años de cárcel.

Nuevas amenazas

Pedro estaba tranquilo e intentaba seguir su vida normal con su familia. Sin embargo, meses después, apareció un papel bajo la puerta que decía: “Te vas a morir perro, jodieron a mi jaina (novia) y a los homboys (mareros) por vos”.

Pedro empacó sus cosas y, desde esa fecha, vive un problema sicológico grave. Anda de lugar en lugar y piensa que tarde o temprano los pandilleros lo mataran por haberlos denunciado.