Empresarios casi en último lugar

descripción de la imagen
El lunes la comuna envió al CAM a clausurar un negocio, pero fue abierto ayer, tras el pago de la licencia, confirmó el edil Rosales. Foto EDH / Francisco Torres

Por Por Juan Valiente*

2013-05-14 6:01:00

Hace pocas semanas se realizó el ENADE 2013, donde se contó con la participación de ponentes internacionales sobre el tema de la responsabilidad social, el valor compartido y el alineamiento de las demandas internas y externas en el desarrollo exitoso de los negocios. También recientemente don Oscar René Toruño Contreras recibió el título de Magister Honoris Causa por parte de ISEADE/FEPADE por su compromiso con la educación de los salvadoreños. Ambos eventos reflejan un cambio positivo en el empresariado del país.

A pesar de evidencias positivas como estas, a los empresarios nos cuesta quitarnos la mala fama de explotadores. Es cierto que también hay evidencias negativas, como el reciente caso en Bangladesh, donde fallecieron más de mil personas cuando colapsó un complejo maquilero textil. En la más reciente encuesta sobre la percepción pública de instituciones en El Salvador los empresarios compartimos con un 7.5% los últimos lugares junto a la CSJ (7.4%), la Asamblea Legislativa (7.0%) y los partidos políticos (6.7%). ¡Vaya compañía!

Dado el error de la muestra de alrededor del 3%, se puede decir que los empresarios estamos en el último lugar de la lista. La institución con mayor nivel de confianza es la Iglesia Católica con un 45.7%, a pesar de evidencias negativas como la pedofilia y la crisis del Banco Vaticano. ¿Cómo podemos entonces como empresarios lograr cambiar esa percepción negativa? ¿Cómo podemos quitarnos la imagen que lo único que nos importa son los resultados económicos de las empresas?

Una alternativa es incluir en el llamado “bottom line” no sólo los rendimientos del capital invertido, sino que los beneficios que obtienen las personas que trabajan en las empresas, el llamado capital humano. Una de las áreas de la RSE por la que normalmente se sugiere comenzar es la del recurso humano. No podemos seguir permitiendo que se nos juzgue únicamente por la habilidad de las empresas de generar dinero. Debemos promover un sector empresarial donde la oferta de valor para los colaboradores internos sea conocida y defendida.

Hay empresas emblemáticas en el país de las que no se habla bien cuando se trata de los beneficios del personal. Es bueno que existan programas de compensación social como las despensas familiares y los paquetes para recién nacidos, pero no hay nada mejor que pagar los mejores salarios posibles. En muchos países de América Latina por ley los empleados tienen derecho a recibir un porcentaje de las utilidades de las empresas. ¿Por qué en El Salvador no lo hemos promovido? Si dejamos que lo hagan otros, se seguirá cultivando la percepción que sólo reaccionamos cuando se nos imponen las reglas. Y hay varias empresas nacionales que ya lo hacen, pero no siempre se conoce suficientemente.

El culto al dinero como único medio de creación de riqueza debe terminar. Por mucho dinero que tengamos si no logramos que haya personas capaces y comprometidas con los objetivos de las empresas no generaremos nueva riqueza. Ha llegado el momento de reconocer adecuadamente al capital humano y su importancia en la generación de valor y de flujos de caja positivos. El mirar hacia adentro nos permitirá identificar políticas que sean necesarias para fortalecer precisamente que las personas sean adecuadamente compensadas.

Hay indicadores como el salario promedio y la diferencia en múltiplos del salario máximo en comparación con el mínimo que nos ayudan a dar seguimiento a este tema. Ahora que estamos discutiendo el incremento al salario mínimo es oportunidad propicia para mostrar el liderazgo del sector empresarial. Siempre me he preguntado cómo sobrevive una familia completa con un salario de alrededor de doscientos dólares. Tenemos que promover la transición de sobrevivir a comenzar a vivir una vida digna.

*Columnista de El Diario de Hoy.