Consulado salvadoreño en Manhattan celebra el Día de la Madre

La oficina diplomática reconoció a empleadas y mujeres de la comunidad

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Consulado salvadoreño en Manhattan celebra el Día de la Madre

Por Héctor Sermeño

2013-05-19 10:00:00

Por segundo año consecutivo la sede consular de El Salvador en Manhattan, ciudad de Nueva York, compartió un grato momento con un buen número de mujeres salvadoreñas, en el marco de la celebración del Día de las Madre, una semana después de la celebración oficial en todo Estados Unidos.

“El pasado fin de semana todas las madrecitas estuvieron de gala y fueron agasajadas en más de una ocasión por sus hijos o nietos, por eso se tomó la decisión de llevar a cabo esta actividad un fin de semana después, para que nuestra celebración no fuera a coincidir con las celebraciones que cada una de ella tuvieron con sus propias familias”, dio a conocer la cónsul general de Manhattan y organizadora de la actividad, Sandra Cruz de Flores.

La actividad dio inicio a eso de las 9 de la mañana, en las instalaciones del consulado, el 46 de Park Avenue, entre la calle 36 y 37 de Manhattan, y se extendió hasta las primeras horas de la tarde. Hubo todo tipo de comida típica salvadoreña, una amplia variedad de pan dulce, yuca, tamales, riguas, fruta y por su puesto “pupusas”;

La gran atracción de la actividad fue “El Grupo Misión”, representado por dos de sus integrantes: Mario Hernández, el vocalista y Luis Flores, con la guitarra.

Ellos interpretaron todo tipo de balada romántica, del ayer y de hoy. Pasando por canciones de Pedro Infante, Roberto Carlos y hasta Vicente Fernández. “Toda la música romántica esta dedicada a un amor y el amor más grande de todo ser humano es el amor para nuestras madrecitas, el único, siempre fiel y perenne”, expresaba Mario mientras se preparaba para entonar la siguiente melodía.

El primer receso de los músicos sirvió para que la cónsul general, Sandra Cruz de Flores, presentara a todo el personal consular, incluso a los nuevos miembros, entre ellos el cónsul Pedro Cesar Sánchez, quien oficialmente inició labores en esta oficina el pasado 1 de mayo, procedente de Melbourne, Australia. Lo mismo que a su cónsul honorario, Guillermo D. Rossel.

Durante la siguiente pausa musical, la cónsul Cruz se tomó su tiempo para entregar diplomas de reconocimiento a las madres que colaboran con el consulado. Entre ellas a Beatriz de Rodríguez quien recibió dicho reconocimiento por sus 12 años de labores al servicio de la comunidad en esta sede diplomática. “He visto ir y venir a muchos jefes y compañeros en esta oficina y me alegro de seguir siempre en mi puesto de trabajo”, comentó Bea, como le llaman sus compañeros de trabajo.

Hace solo unos años esta sede consular se había quedado con un par de empleados únicamente, haciéndole frente a más de medio centenar de personas que diariamente buscan realizar cualquier tramite, lo que les hizo vivir momentos de mucha tensión. Beatriz es la única sobreviviente de esos días.

Otras de las madrecitas que recibió un diploma de reconocimiento fue Diana Guillén, en este caso fue por su colaboración al personal del consulado. “Hubo ocasiones en las que yo veía a los empleados del consulado tan ocupados, que ni siquiera querían ir a almorzar para terminar con sus tareas asignadas, que yo me ofrecí voluntariamente a ayudarles en cualquier cosa que necesitaran, porque el personal era tan limitado para la cantidad de gente que diariamente viene a solicitar sus servicios”, asegura.

Luego fue el turno para Ana González de Ortiz, quien es una panadera salvadoreña, originaria de San Salvador, específicamente del barrio San Jacinto y que ahora vive en el Bronx. Ella asegura que creció haciendo todo tipo de pan, en la panadería “Pan Mimoso”, propiedad de su hermano. No hace el pan para negocio, sino por placer. Cada vez que puede lleva su pan a las actividades del consulado.

Pero la madre y abuela de más edad en la celebración fue María Margarita Barahona, de 95 años, quien es originaria del barrio San Sebastian de Apopa, pero que ahora vive en la Gran manzana.

Aunque la música fue constante y el buen timbre de voz de Mario Hernández se escuchaba una y otra vez con canciones tan conocidas que era imposible no seguirles la letra, la actividad fue llegando a su fin cuando la cónsul General, entregó un regalito a todas las madres que se dieron cita para celebrar su día.