Ha habido notas que no son del agrado del gobierno, dice Rivas

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Las parada han sido instaladas en el centro del municipio para reorientar a la población. foto edh / Cortesía

Por Por Ricardo Chacón *

2013-05-18 6:01:00

Tanto el Presidente de la República, Mauricio Funes, como el Secretario de Comunicaciones de la Presidencia, David Rivas, saben perfectamente lo que es hacer periodismo. En sus antiguos trabajos, uno pasó por varios canales de televisión y el otro en noticieros de radio y en agencias internacionales de prensa, realizaban una labor noticiosa diaria; para algunos, desarrollaron una labor informativa crítica, incluso enfrentándose por momentos con el poder, lo que les valió cierto prestigio.

Por muchos años vivieron de la profesión y conocen bien no sólo la técnica para hacer noticias, sino además, la tensa relación que existe entre el poder y la prensa; es más, vivieron en carne propia los excesos de esta tensión y los actos de algunos funcionarios de la época que intentaron acallarlos, primero por la presión “ante los jefes”, segundo, cortando las fuentes publicitarias y tercero, por medio de la fuerza.

Después de tantos años, no creo que hayan “olvidado” estas experiencias del trabajo diario de hacer periodismo; lo que sí creo, es que ahora se encuentran en otra posición, en otro lugar, al “otro lado de la noticia”, y este lugar tiene su propia dinámica, que exige establecer diferentes prioridades y que tiene por finalidad “dirigir” y “tomar decisiones” de cara a la Nación. Es el ejercicio del poder.

A nadie extraña que esta dinámica, que también implica otras prácticas, rodeada por las presiones que emanan de las distintas fuerzas del país, así como estilos de vida diferentes y, por momentos, dentro de la burbuja propia del poder, distinta al quehacer cotidiano de un periodista, se pide, más bien se exige, que la cobertura noticiosa esté apegada al ejercicio del gobierno. Imposible.

En este sentido, tampoco extraña que el Secretario de Comunicaciones diga con claridad, en una entrevista publicada en El Diario de Hoy, que “muchas veces han aparecido notas que no han sido del agrado de nosotros como gobierno…”. Es más, señala el funcionario que el Presidente no ha dado entrevistas a este periódico en sus casi cuatro años de gestión, entre otras razones, porque no le gusta cómo cubre las noticias, la información no es de su agrado, porque se trata de un medio de prensa “propagandístico”.

En los Estados Unidos ni en Europa ni aquí, en El Salvador, la prensa ni los periodistas están para publicar información que agrade o alabe al gobierno de turno, ni siquiera para consignar “las obras buenas” que pueda realizar, obras que están obligados a hacer sin pedir aplauso por ello, pues para eso fueron elegidos por la ciudadanía.

Recuerdo hace años a un ministro de Educación boliviano quien se quejaba amargamente de que en su gestión se habían construido mil escuelas, de las cuales en el diez por ciento hubo corrupción; la prensa destacó no las 900 escuelas, sino las cien involucradas en actos de corruptela. ¿Qué quería? Fue elegido para hacer obras educativas, no para promover la corrupción.

La prensa sólo informa, explica los hechos y da elementos de juicio a los ciudadanos sobre lo que sucede. La labor del periodista, además de informar, trata de velar porque el ejercicio del poder sea honesto y apegado a las leyes. Sí se cometen excesos, abusos de poder, irregularidades, corrupción, la prensa debe de informar sobre ello, porque es lo que se halla fuera de lo normal, de lo natural de un gobierno elegido por la población.

Hace unos días se produjo un par de grandes escándalos que se ha regado como pólvora en la opinión pública internacional, en Estados Unidos se descubrió el espionaje gubernamental aplicado a decenas de periodistas de una agencia noticiosa; en Costa Rica, la presidenta utilizó un avión privado cuyos dueños están siendo investigados por narcotráfico. Amarillismo y sensacionalismo periodístico dirán algunos. ¡No! Se trata de poner al descubierto, en el primero de los casos, los tentáculos del poder que incluso se vale de la ilegalidad, y en el otro, develar cómo las redes del crimen organizado y el narcotráfico tocan el poder.

Pregunta: ¿Por seguridad nacional, los periodistas, tanto de Estados Unidos como de Costa Rica, deberían haber callado estos hechos? La respuesta es negativa. No se debe ocultar tales abusos de poder, como tampoco debemos acá, en el país, ocultar las deficiencias del actual gobierno, los conflictos internos que ha provocado, la poca o casi nula eficiencia para buscar solución a los problemas nacionales, además de los posibles casos de corrupción.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com